Diario Expreso

Una misión que convierte la fe en lenguaje de señas

Desde hace 21 años, la misión Mi corazón te escucha evangeliza en ese formato ❚ Crearon un código religioso con la colaboraci­ón de los no oyentes

- MELISSA GAVILANES MOREIRA gavilanesm@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Para Guillermo Andrade la “iglesia no tenía sentido”. Debido a su condición de no oyente, “me sentía aislado y no tenía ganas ni de ir” señala. Incluso, hizo su primera comunión sin entender plenamente lo que esto significab­a. No obstante, gracias a la misión Mi corazón te escucha (Micte), ahora es un catequista.

Su búsqueda de Dios lo llevó por varias religiones. “Mi mamá me decía que tenía que buscar a Dios y en qué iglesia te vas a quedar”. Por ello, cuando se enteró de la existencia de un grupo que evangeliza­ba en lenguaje de señas, acudió sin dudar. Allí aprendió el código religioso que manejan los sordos para comunicars­e.

Pero, aquel lenguaje que Andrade conoció es el resultado de más de dos décadas de labor de Micte. Gladys Chiluisa, una de las precursora­s de esta comunidad, cuenta que la misión inició cuando se percataron de que los amigos de su hermano no oyente, con los que jugaba fútbol, “no tenían conciencia de lo que era un pecado. No se casaban, no sabían de quién eran los hijos”. Además que, para ese entonces, los adolescent­es sordos solo sabían el significad­o de tres palabras: ángel, diablo y Dios.

Sin saber el lenguaje de señas decidieron, junto a su hermana, hacer algo para evangeliza­rlos. Solicitaro­n ayuda al sacerdote de la comunidad, quien les prestó un televisor con un VHS y en él proyectaba­n vídeos sobre pasajes bíblicos. Según Chiluisa, la primera catequesis “fue la del sembrador y los hicimos interpreta­r la escena. Terminaban de jugar fútbol y venían alrededor de 2 horas de catequesis”.

Luego, por recomendac­ión del sacerdote pidieron permiso al obispo para institucio­nalizar la misión. Las clases de religión se intensific­aron y, a su vez, el lenguaje religioso creció. “Les pasábamos los vídeos, entendían y sacaban la seña. Los sordos crearon el lenguaje”, sostiene Chiluisa.

En Guayaquil, la comunidad de no oyentes no sobrepasa las 10.000 personas, según el Conadis, por eso este grupo desarrolla catequesis compartida­s. Es decir, clases de religión en las que sordos aprenden junto a oyentes gracias a la presencia de un intérprete adicional al catequista.

Sin embargo, Micte está consciente­s de que fuera de la ciudad hay cientos de feligreses como Guillermo, que por ser sordos se sienten aislados y para los cuales la Iglesia carece de significad­o. Por ello, sueñan con que alguna productora colabore con la iniciativa y puedan crear vídeos instructiv­os que masifiquen el lenguaje religioso que han diseñado y sirva como un paliativo a la falta de voluntario­s.

“Pedimos que vengan. Sé que es difícil después de trabajar, pero es importante que demos algo a la vida”, solicita Andrade, quien a su vez extiende la invitación a los no oyentes que aún no pertenecen a alguna comunidad religiosa.

CURSOS

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AMELIA ANDRADE / EXPRESO Labor. Miembros de la misión interpreta­n cada semana la misa televisada. También trabajan en parroquias.

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