El pasillo, un tesoro musical
En el corazón del Centro Histórico de Quito ❚ El museo de este género, abierto hace tres semanas, exhibe esculturas como las de J.J. y otras reliquias
“Tú eres mi amor, mi dicha y mi tesoro, mi solo encanto y mi ilusión...” se escucha desde un altoparlante. Se trata de la letra de un pasillo clásico, ‘El aguacate’.
Ese género, tan nuestro, musicaliza el ambiente del sitio que está creado en su honor. Es el Museo del Pasillo, sobre la esquina de las calles García Moreno y Bolívar, en el corazón del Centro Histórico de Quito.
En esa edificación funcionaron el Banco Central, el Archivo Histórico, la Unión de Jubilados, entre otras entidades, explica Pablo Espinosa, jefe de guías del establecimiento.
El sitio se abrió al público el pasado 3 de diciembre. Y fue el presidente de la República, Lenín Moreno, quien lo inauguró. Aquel día, el mandatario expresó que el pasillo emociona a quienes habitan en el país, pero más a los migrantes porque les provoca un sentimiento de pesar al recordar su patria. Confesó que ha visto cómo han llorado al oír alguna tonada.
También dijo que son cantos “de amor, pasión, soledad y lejanía. Todo eso lo convertimos en prosa y poesía”.
Esas que se escuchan por los caminos de los dos pisos que conforman la exposición. El tercero aún está inhabilitado, pero allí funcionará una escuela para que el público pueda aprender sobre este género musical. Cantarlo y bailarlo, manifiesta Espinosa.
Gonzalo Godoy, administrador del sitio, asegura que uno de los objetivos es socializar la música ecuatoriana que, para él, es un capital simbólico del país. Discos, ropa, recortes de periódico, entre otros implementos, forman parte de la decoración.
Destacan las guitarras, instrumento primordial para tocar pasillo, comenta Espinosa.
Una de ellas es una réplica de la vihuela que utilizó Santa Marianita de Jesús durante el tiempo que vivió, ya que era una aficionada a la música.
El artefacto musical está en una especie de mundo celestial, una pared de tonos claros y una imagen de la Santa la acompañan.
A pocos pasos, un colorido balcón que simula el de una vivienda en el que una mujer se apoya para escuchar una serenata. Quien asiste y deja a un lado la vergüenza tiene la posibilidad de agarrar una guitarra, pararse bajo aquella pequeña terraza y empezar a interpretar.
Mientras alguien pone a prueba su talento, otros lo demuestran en el baile. Una réplica de pump it up (bomba para arriba en español), que es un juego electrónico en la que la gente sigue los pasos de una coreografía, está instalado también. En la imagen aparecen las siluetas de un hombre y una mujer que al son del pasillo deben danzar. El concursante menea su cuerpo intentando imitar a la perfección lo que el dibujo hace. El baile de tres cuartos y el sonido nació de la combinación del vals, el bolero español y el yaraví.
Los cancioneros con letras de Bolívar ‘el Pollo’ Ortiz o Carlota Jaramillo son admirados como reliquias con las que se han ido formando el pentagrama de la música nacional, los artistas son exponentes del género, asegura Espinosa.
EL DETALLE Público. El lugar está habilitado de martes a domingo y el ingreso es gratuito, de 09:00 a 16:00. Hay que registrarse antes de entrar. CANCIÓN LAS FRASES Es un recorrido histórico desde sus orígenes hasta la muestra de destacados intérpretes y compositores”.
Hay un espacio dedicado a las fotografías de los principales compositores y cerca de allí una escultura de Julio Jaramillo, el intérprete guayaquileño que inmortalizó su voz en los pasillos.
Espinosa cuenta que las esculturas están hechas con fibra y fueron creadas por el artista William Orellana.
Los lujosos vestuarios no se quedan a un lado, hay ropa donada por artistas de renombre, como Hilda Murillo, Fresia Saavedra, Juan Fernando Velasco o Paulina Tamayo, esta última entregó una de las primeras blusas que utilizó cuando comenzó a cantar de niña.