Aroma de Navidad
Narra la historia que siendo César Augusto el emperador de Roma, Herodes el rey de Judea y habiéndose ordenado, en esa época, a través de un edicto el censo que hizo que muchos tuvieran que desplazarse a distintos lugares de la región, en una noche de paz nació Jesús, cobijado por el amor de José y María, y el calor de una mula y un buey, en un pequeño poblado llamado Belén, desconocido hasta ese entonces, aconteciendo el giro más importante que la historia de la humanidad ha experimentado.
Para los historiadores es el día del nacimiento de uno de los hombres más importantes de la historia, que ha marcado incluso la forma cronológica del calendario; para aquellos que profesan distintas formas de fe, es el nacimiento de uno de los más grandes profetas de todos los tiempos; para los filósofos y los científicos es uno de los más importantes pensadores de la humanidad; y para nosotros, los cristianos, es el hijo de Dios, que recuerda la alianza de Dios y los hombres.
Y aunque el mundo, a lo largo de estos años, ha recorrido importantes revoluciones que han transformado a la humanidad, y se descubrieron nuevos mundos y se lograron grandes avances tecnológicos que han acercado a todos los que vivimos en este planeta, para una gran mayoría el día más importante de la historia es el 25 de diciembre del año uno de nuestra era.
En esta época de reencuentros, de recuerdos y añoranzas, de buenos deseos y de las más sublimes muestras de afecto, nos recuerda cada año que, pese a las vicisitudes de nuestro día a día, no todo es malo en nuestra sociedad; que la fe y la conexión del hombre con su Dios son importantes, y que estas fechas se convierten en significativos espacios para los hombres de buena voluntad, sin distinción de fe, para reunirse y encontrarse con la familia y los amigos.
Al acercarse la Navidad y al estar próxima la última semana del año, quiero aprovechar este espacio para desearles a ustedes, queridos lectores, una feliz y bendecida Navidad.