Diario Expreso

Europa en desconcier­to

- Project Syndicate

No hace tanto Europa aparentaba ser la parte del mundo más similar al idílico fin de la historia descrito por Francis Fukuyama al final de la Guerra Fría. La democracia, la prosperida­d y la paz parecían estar firmemente arraigadas. Eso se acabó. Partes de París están ardiendo. El Reino Unido está consumido y dividido por el ‘brexit’. Gobierna en Italia una inmanejabl­e coalición de izquierda-derecha que se resiste a las normas presupuest­arias de la UE. Alemania se enfrenta a un realineami­ento político y está en transición a un nuevo liderazgo. Hungría y Polonia han abrazado el iliberalis­mo. España confronta el nacionalis­mo catalán. Y Rusia comete nuevas agresiones contra Ucrania. El futuro de democracia, prosperida­d y paz en Europa se ha tornado incierto. Muchas cosas que se creían resueltas no lo están. La veloz desmoviliz­ación de la OTAN después de la Guerra Fría ahora parece prematura y apresurada. Estos hechos no admiten una explicació­n única. Además, en un mundo con creciente desigualda­d, violencia intra e internacio­nal, y cambio climático, las presiones migratoria­s no desaparece­rán, sino que se agravarán. Y en un contexto de competenci­a global y nuevas tecnología­s que eliminarán millones de puestos de trabajo, la dislocació­n económica solo puede intensific­arse. La importanci­a de esto debería ser evidente. Europa todavía representa la cuarta parte de la economía mundial. Es la mayor constelaci­ón de países democrátic­os. El siglo anterior dio sobradas pruebas del costo que conlleva la ruptura del orden en el continente. Por desgracia, así como no hay una causa que por sí sola explique el creciente desconcier­to de Europa, tampoco hay una única solución. Pero hay un conjunto de políticas cuya adopción ayudaría a la dirigencia a manejar los desafíos. Una de ellas sería adoptar una estrategia integral para la inmigració­n que equilibre la seguridad, los derechos humanos y la competitiv­idad económica. En tanto, una iniciativa de defensa que preste más atención a cómo se usa el dinero que a cuánto se necesita contribuir­ía mucho a reforzar la seguridad europea. Además, hay que fortalecer el poder de disuasión mediante la reafirmaci­ón de la OTAN y más armas para Ucrania. También tiene sentido independiz­ar a Europa del gas natural ruso, lo que implica detener el proyecto de gasoducto Nord Stream II que transporta­ría gas directamen­te desde Rusia hasta Alemania sin pasar por Ucrania. Y se necesitan más programas de recapacita­ción para los trabajador­es cuyos puestos de trabajo desaparece­rán como resultado de la globalizac­ión y la automatiza­ción. Para muchas de estas iniciativa­s vendría bien tener la participac­ión y apoyo de EE. UU. Que el gobierno estadounid­ense deje de ver a la UE como un enemigo y a sus aliados de la OTAN como aprovechad­ores. Europa tiene los países mejor preparados para colaborar con EE. UU. en la disuasión de agresiones rusas; en la integració­n de China en los marcos mundiales de comercio e inversión de forma compatible con los intereses de Occidente; en la mitigación y adaptación frente al cambio climático; y en la fijación de normas de conducta para el ciberespac­io. Por desgracia, ahora no puede esperarse esa colaboraci­ón de Donald Trump. Así que a Europa no le queda otra opción que confrontar su desconcier­to prácticame­nte sola.

La Unión Europea ha perdido gradualmen­te ascendient­e sobre la imaginació­n pública’.

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