El top 50, nuevo reto de Quiroz
garciam@granasa.com.ec oberto Quiroz nació dos años después de que su tío, Andrés Gómez, conquistara Roland Garros en 1990, sin embargo, gracias a la tecnología y a los relatos de sus parientes siente como “si hubiera vivido ese momento”, por eso no resulta extraño que se haya inclinado por el tenis, dejando de lado su otra pasión, el fútbol, al que tuvo que renunciar cuando tenía 13 años de edad, porque sintió que el deporte blanco era el que más le serviría en el futuro.
Contrario a lo que sucede con la mayoría de los tenistas sudamericanos, él optó por un camino diferente para alcanzar su meta.
“Siempre me fue bien en la etapa de juvenil, incluso llegué a ser séptimo en el mundo. Paré cuatro años para terminar mis estudios en California (Estados Unidos), donde obtuve el título de economista y a los 23 retomé mi carrera, sin tener clasificación en el ranking ATP. Comencé 2018 en el puesto 280 y ya para noviembre había escalado 100 posiciones, puedo decir que las cosas me están saliendo bien”, indicó.
RGUAYAQUIL
EL DETALLE Afición. Hincha de Barcelona, cuando jugaba fútbol le gustaba hacer las veces de enganche. Hoy prefiere evitar posibles lesiones. Estar tres meses en Europa le permitió al tenista ecuatoriano alcanzar la experiencia necesaria para escalar 100 puestos en el escalafón de la ATP
Hoy, con 26 años, no se arrepiente de la decisión, aunque sabe que el tenis exige comenzar a una edad más temprana.
Destaca el apoyo que recibe por parte de la empresa privada, para superar una etapa de transición en la que muchos tenistas decidieron retirarse.
“La ayuda del Banco del Pacífico ha sido vital, porque el tenis es un deporte muy caro. Hace tres años retomé mi carrera y me agrada saber que estoy respondiendo con resultados a la confianza que depositaron en mí”.
Junto a los entrenadores Martín Rodríguez, Paulo Santos y Walter Grinovero, ha formado un equipo en el que también está el chileno Nicolás Jarry, actual número 40 en el mundo. Para él, eso representa un estímulo y por eso para 2019 se ha trazado una meta bastante ambiciosa.
“A veces uno se impacienta un poco al ver el ranking, pero voy quemando etapas y siento que estamos en el camino correcto. Me encantaría poder decir que llegaré a estar entre los 20 del mundo, pero creo que el tiempo lo dirá. Mi esfuerzo y mi entrega van al 100 %. En singles estoy 180 y en dobles 170, no hay mucha diferencia, aunque sí he ganado más torneos en dobles y se me hace más fácil, pero los dos van de la mano; si juego dobles es para ser un mejor singlista y si juego singles es para ser mejor doblista. Quiero seguir mejorando en los dos, por allí llegar a ser top 50 en singles y en dobles, algo que es muy difícil, pero es un sueño por el que debo luchar”, acotó.
El fuerte del zurdo es la cancha rápida (cemento), por eso aceptó gustoso el desafío de estar tres semanas en Europa, trabajando en superficie lenta (arcilla), para fortalecer la parte mental.
“En 9 de las 12 semanas que permanecí allá jugué en una superficie que no me conviene. Fui a buscar el más alto nivel en la cancha que más me incomoda. Me fue bien, al punto que obtuvimos buenos resultados luego de la gira, incluso manteniéndonos (con el equipo ecuatoriano) en el Grupo 1 de la Zona Americana de Co- pa Davis. Para todo tenista ir a Europa, donde está el nivel más alto, es un desafío que vale la pena tomar”.
Aunque no entiende bien las nuevas reglas del torneo de la ensaladera de plata, reiteró su deseo de representar al país en todo momento, tal como lo hizo en los Juegos Panamericanos de Guadalajara (México) en 2010, donde ganó la medalla de plata. “En el momento en que me requieran estaré dispuesto a defender los colores de mi país. Posiblemente no nos toque jugar en febrero, pero estoy a las órdenes”.