“Siento que el albergue es parte de mi recuperación”
Una casa de acogida temporal hospeda mensualmente a 150 personas con VIH ❚ Solventan la alimentación y los medicamentos de los albergados
La niña de 8 años no toleró la enfermedad y su madre Tomasa (nombre protegido) su partida. Mamá e hija compartían el sida, un virus que ataca el sistema inmune y provoca que las defensas naturales bajen hasta casi desaparecer. “No soportaré la muerte de mi hija” fue una de las últimas frases que dijo Tomasa a las colaboradoras del albergue San Luis Gonzaga, la casa que acoge temporalmente a pacientes con VIH, mientras realizan sus tratamientos en Guayaquil. Cinco días después ella también falleció. medio me sentaba, me desmayaba. Yo me he compuesto bastante”, les dice para incentivarlos a seguir el tratamiento.
Aunque en el albergue el sistema que rige está diseñado para que los pacientes sean acogidos solo por unos días, Daniel (nombre protegido) es la excepción. Vive en ese lugar desde hace tres meses y, según comentan, quienes lo recibieron a su llegada, este no sobrepasaba los 40 kilos. Con cinco enfermedades oportunistas (afecciones que contraen por sus bajas defensas), Xavier pedía morir. Sin embargo, gracias al apoyo del albergue y sus padres, que vienen desde Galápagos a cuidarlo ocasionalmente, ha logrado mejorar.
En este centro, localizado en el sector de la Perimetral y que es administrado por Redima (Red de Dispensarios Médicos de la Arquidiócesis de Guayaquil), son albergados alrededor de 150 personas al mes, según indica Elvira Alvarado, coordinadora de la red. “También hemos recibido venezolanos, hondureños, peruanos y colombianos”, señala. Todos reciben alimentación, hospedaje y medicinas gratuitas, además que, al estar ubicado junto a un dispensario de Redima, los pacientes tienen monitoreo constante.
Sin embargo, en este albergue no solo se batalla contra la enfermedad sino también con llegar a fin de mes. Y aunque reciben el aporte de una fundación norteamericana, los gastos exceden su presupuesto, por lo que temen que en algún momento esta obra cese y deje sin acogida a personas como Carlos, quien estuvo a punto de dejar su tratamiento por falta de dinero para venir al hospital o a la niña de Tomasa, que aunque murió, contó con el apoyo del albergue para vivir una infancia feliz.
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