Coherencia frente a las medidas
EDITORIAL
Revisando el comportamiento de los principales actores de la economía y el criterio de quienes gustan opinar sobre ella, un antiguo clamor de los últimos años y, especialmente durante el 2018, tuvo que ver con la eliminación de los subsidios.
Que se llegó a tener 33 subsidios fue un hecho constantemente señalado por quienes abogaban por el sinceramiento de la economía a partir de la existencia de precios reales.
En el caso de los subsidios a los combustibles, uno de los mayores argumentos los criticaba como favorecedores del contrabando a los países fronterizos, de modo que, en último término, el Ecuador terminaba beneficiando a los ciudadanos del vecindario.
Por ello también se propició co- mo política pública la eliminación del subsidio al gas de uso doméstico, impulsando la utilización de las cocinas de inducción.
Lo cierto es que, cuando luego de largas dubitaciones, o meditaciones y consultas, después de casi dos años de ejercicio gubernamental y con la total certeza de que la mesa no quedó servida, se ha procedido a desmantelar, con mucha prudencia, excesiva según algunos analistas, el precio de ciertas gasolinas y se está trabajando en los del diésel, resulta inexplicable la reacción de rechazo, cuando hasta hace poco la inquietud la generaba la falta de decisión en la eliminación de esos subsidios que significaban una carga fiscal insostenible.
Por otra parte, no guarda coherencia con el propósito de reducirlos, quitarle los subsidios a los combustibles y crearlos por otra
Se está tomando muy superficialmente la magnitud de la crisis que agobia al Ecuador’.
parte para mantener con costos diferenciados a determinados sectores de transportistas, intentando frenar los indeseados incrementos en el costo de los alimentos, puesto que los incentivos creados prácticamente anulan los deseados ahorros con los que se pretende enjugar el déficit.
Con situaciones como las anotadas, da la impresión de que en ciertos sectores no se ha tomado conciencia de la magnitud de la crisis que se está enfrentando y de los sacrificios que todos, se haya o no participado del festín del despilfarro, están obligados a cumplir, en ánimo de poner la casa en orden, condición por lo demás propiciadora de la posibilidad de conseguir capital fresco en condiciones menos onerosas que las actuales.
El Gobierno debe redoblar el esfuerzo destinado a evidenciar la gravedad de la crisis.