Con desfile y comparsas se despide al Rey de Reyes
En la capital, el Pase del Niño es una demostración del sincretismo entre lo católico e indígena ❚ Acompañaron el recorrido con danzas y música popular
Mientras sonaban las trompetas, los bailarines alistaban sus coloridos trajes. Un hombre que sostenía un niño Jesús de yeso en sus brazos provocaba el fervor de los fieles. “Es el Rey de Reyes”, dijo una mujer que se acercó a la imagen para besar uno de sus pies y luego santiguarse.
El Rey de Reyes encabezó el desfile que recorrió varias calles del centro histórico de Quito. Atrás iban las comparsas representando a cholas quiteñas, danzantes, carishinas, cayambeñas, saraguros y demás expresiones culturales ecuatorianas. Unos lanzaban caramelos y flores, mientras otros gritaban “¡Que viva el Rey!”.
EL DETALLE Manifestación. Hubo comparsas por las calles céntricas de la capital, como una demostración de devoción y amor hacia el Niño Jesús.
Los transeúntes paralizaron su caminar para aplaudir el paso del Niño, que terminaba sus festejos desde diciembre.
Los preparativos, a cargo de la orden de los jesuitas, iniciaron muy temprano. Los carteles y túnicas de quienes representaban a Jesús, José y María, venerados en la religión católica como la sagrada familia, debían estar impecables.
Según Diego Santander, director ejecutivo de la Fundación Iglesia de la Compañía de Jesús, el objetivo de esta fiesta es promover el mensaje de amor del Niño Jesús a través de las manifestaciones artísticas.
“Es una demostración de fe, sobre todo en momentos difíciles, como los que atraviesa el país. Siempre pedimos por un mejor porvenir”, manifestó.
Los sanjuanitos, albazos y danzantes siguen sonando por la calle García Moreno y los bailarines se van moviendo sincronizadamente. Para ello, se realizaron ensayos desde hace dos semanas en los patios de iglesia de La Compañía.
En el desfile participaron los estudiantes de la Pontificia Universidad Católica, escuelas y colegios religiosos y distintos grupos de danza que quisieron sumarse a la fiesta para demostrar su fe.
Las señoras aprovechan que las comparsas se detienen de vez en cuando, para acercarse a la imagen. La tocan con ternura, como un acto de redención y protección. “Que el Niñito nos libre de todo mal”, comentó Luisa Carvajal, llevándose a su pecho la mano “bendecida por Jesús”. Finalmente la algarabía la se apaga para dar paso a la misa. Los participantes dejan de gritar, ahora susurran los rezos y agachan la cabeza frente al brillante altar de pan de oro.
Las expresiones culturales que se tejen alrededor de esta fiesta son propias del país, pues en ellas se muestra el sincretismo entre las tradiciones ancestrales y la religión católica.
Por ejemplo, al Niño se lo viste de muchas maneras. Si en la familia hay algún miembro de la Policía, Fuerzas Armadas o Cuerpo de Bomberos, la imagen luce el respectivo uniforme.
También se le colocan vestimentas de comunidades indígenas, como el danzante, o los trajes típicos de cada región. Hay niños que incluso llevan atuendos de mariachis o de chagras.
Para ello, todavía existen en el centro histórico tiendas especializadas en la ropa que la imagen religiosa ha de llevar.
En Ecuador, la tradición de pasarle una misa es generalizada y empieza en la víspera de Navidad hasta el 6 de enero.
Las familias encargan misas para agradecerle por la salud, el trabajo y la prosperidad durante todo el año. A estas misas se las denomina Pase del Niño y cada una de ellas requiere la imagen vestida para la ocasión. Las colocan bajo el altar para que además reciban la bendición del sacerdote.
PEREGRINACIÓN LA FRASE Somos producto de la simbiosis de la cultura del país. Por eso este desfile debe ser así, acatando cada una de las diversidades. DIEGO SANTANDER, director de la Fundación de la Iglesia