Voluntariado: nuevos actores
EDITORIAL
Una característica peculiar que distingue a los guayaquileños es sin duda la de la solidaridad, la cual se hace palpable sobre todo en la labor de servicio que llevan a cabo a través del voluntariado.
Hoy, lideradas principalmente por las mujeres porteñas, son más de 70 instituciones las que agrupadas en la Asociación Coordinadora del Voluntariado, Acorvol, desde 1973- trabajan para suplir las necesidades de ancianos, niños, adolescentes y enfermos de la ciudad y del país entero. Pero el origen de la acción filantrópica organizada en Guayaquil se remonta al siglo XIX, cuando la ciudad vio nacer al Cuerpo de Bomberos y a una serie de instituciones de beneficencia que desde entonces han brindado a la comunidad atención en salud, a tra- vés de hospitales para el público en general y para niños; acogida a huérfanos y a adultos mayores en sus hospicios; educación y desarrollo de habilidades para menores de edad y jóvenes.
En la actualidad brindan atención en las más diversas áreas y especializaciones, como el desarrollo integral geriátrico; apoyo psicológico y terapéutico para adolescentes y adultos con retardo mental; formación para personas con capacidades especiales y sus familias, para facilitar su desenvolvimiento individual e independiente dentro de la sociedad, e incluso instrucción comunitaria para promover el desarrollo y la superación de la pobreza.
Tras 45 años de trabajo, las instituciones de voluntariado se han propuesto como meta la incorporación sistemática de “nuevos actores”. La mira está puesta
La mira está puesta en estudiantes, universitarios, profesionales, directivos y empleados de empresas públicas y privadas, así como en jubilados, dispuestos a entregar sus conocimientos y experiencia’.
en jóvenes estudiantes, universitarios, profesionales, directivos y empleados de empresas públicas y privadas, así como en jubilados, que estén dispuestos a entregar sus conocimientos y experiencia como un aporte a la comunidad. Será necesario, simultáneamente, ir ampliando los campos de acción en función de las exigencias que el desarrollo tecnológico vaya imponiendo a través del tiempo y de los cambios sociales que se produzcan.
Los voluntarios donan su tiempo y su trabajo para mejorar la calidad de vida de aquellos que sufren carencias o que atraviesan por situaciones de gran dificultad. Que la vocación por el servicio y la ayuda desinteresada se mantenga como una prioridad en nuestra ciudad y que siga constituyendo una marca distintiva de cada uno de sus habitantes.