Diario Expreso

Las sanciones como antídoto

- ✑ FRANCISCO HUERTA MONTALVO huertaf@granasa.com.ec

Lo de la eliminació­n de subsidios a los combustibl­es era algo previsto desde hace mucho tiempo. Más bien, lo preocupant­e al respecto fue la demora en tomar dicha medida. De todos modos, cuando empiezan a sentirse sus efectos duele. Y debe dolerle más a los que poseen menos y por ello sienten el impacto con mayor fuerza. No tienen un colchón que amortigüe el golpe. Viven al límite. Ya no pueden acostumbra­rse a comer menos. Comer menos es su menú cotidiano y, obviamente no mantienen ese régimen alimentari­o por dieta. Es por pobreza. Pobreza extrema en múltiples, demasiados casos.

En otros sectores socioeconó­micos también se sienten las restriccio­nes. En enero hay que pagar los gastos de diciembre pues (¿cómo de otra manera? ) se satisficie­ron los gastos navideños y de fin de año con la tarjeta de crédito. Ahora toca refinancia­r esos pendientes y suprimir el viaje que se tenía planeado o la compra del último modelo de celular. En el país la inflación es baja, dicen, pero el país es caro en comparació­n con el vecindario. Estamos llenos de impuestos, pero todo se lo roban. Bueno, casi todo y lo de casi todo va porque algunos (muchos, candidatos incluidos) no pagan impuestos.

En todo caso, pareciera que se acepta el tomar el veneno de los ajustes a la economía. Resulta necesario después de la farra seudorrevo­lucionaria y ya admití que hacerlo duele. Señalo con profunda convicción que dolerá menos si se acompaña con el antídoto de las sanciones a los que asaltaron los recursos nacionales en época de bonanza, que es doble crimen: lo que se robaron y la oportunida­d

Necesitamo­s que haya sanción para todos los pícaros y recuperaci­ón de algo de lo robado’.

perdida. A esos pícaros disfrazado­s de salvadores de la patria hay que sancionarl­os, no en razón de satisfacer ruines venganzas sino en ánimo de restablece­r el imperio de la ley. Y ni siquiera se trata de privarlos de su libertad, de lo que hay que privarlos es de sus bienes mal habidos. Un dólar de recuperaci­ón será un formidable antídoto frente a los dolores que cause el ajuste. Y, por supuesto, hacer que todos paguen sus impuestos como es debido, olvidando el viejo pretexto: no pago porque todo se lo roban.

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