Las sanciones como antídoto
Lo de la eliminación de subsidios a los combustibles era algo previsto desde hace mucho tiempo. Más bien, lo preocupante al respecto fue la demora en tomar dicha medida. De todos modos, cuando empiezan a sentirse sus efectos duele. Y debe dolerle más a los que poseen menos y por ello sienten el impacto con mayor fuerza. No tienen un colchón que amortigüe el golpe. Viven al límite. Ya no pueden acostumbrarse a comer menos. Comer menos es su menú cotidiano y, obviamente no mantienen ese régimen alimentario por dieta. Es por pobreza. Pobreza extrema en múltiples, demasiados casos.
En otros sectores socioeconómicos también se sienten las restricciones. En enero hay que pagar los gastos de diciembre pues (¿cómo de otra manera? ) se satisficieron los gastos navideños y de fin de año con la tarjeta de crédito. Ahora toca refinanciar esos pendientes y suprimir el viaje que se tenía planeado o la compra del último modelo de celular. En el país la inflación es baja, dicen, pero el país es caro en comparación con el vecindario. Estamos llenos de impuestos, pero todo se lo roban. Bueno, casi todo y lo de casi todo va porque algunos (muchos, candidatos incluidos) no pagan impuestos.
En todo caso, pareciera que se acepta el tomar el veneno de los ajustes a la economía. Resulta necesario después de la farra seudorrevolucionaria y ya admití que hacerlo duele. Señalo con profunda convicción que dolerá menos si se acompaña con el antídoto de las sanciones a los que asaltaron los recursos nacionales en época de bonanza, que es doble crimen: lo que se robaron y la oportunidad
Necesitamos que haya sanción para todos los pícaros y recuperación de algo de lo robado’.
perdida. A esos pícaros disfrazados de salvadores de la patria hay que sancionarlos, no en razón de satisfacer ruines venganzas sino en ánimo de restablecer el imperio de la ley. Y ni siquiera se trata de privarlos de su libertad, de lo que hay que privarlos es de sus bienes mal habidos. Un dólar de recuperación será un formidable antídoto frente a los dolores que cause el ajuste. Y, por supuesto, hacer que todos paguen sus impuestos como es debido, olvidando el viejo pretexto: no pago porque todo se lo roban.