Doce monolitos muestran a un pueblo preincaico
Imbabura repasa su historia en San Rafael de la Laguna ❚ Antes de llamarse Otavalo se denominaba Sarances ❚ Dejaron vestigios en piedras y costumbres
HALLAZGOS
Cerca de la Panamericana Norte, pese al intenso tráfico que se registra, todavía se respira aire fresco y tranquilidad. La cotidianidad transcurre con calma en el sector de San Rafael de la Laguna, en la provincia de Imbabura.
Las mujeres caminan cubiertas con sus fachalinas, y en la cabeza las umas guatarinas, propias de la cultura Otavalo, que se asentó al pie del taita Imbabura, tras la llegada de los incas a territorio ecuatoriano.
Sin embargo, antes de que este pueblo se desarrollara, había otro asentamiento de la comunidad Sarance, según explica Nancy Chiriboga, gestora cultural. Como prueba de ello están los petroglifos ubicados en la parte de San Rafael, justo al frente del extinto volcán.
“Es un mapa, se pueden ver los montes y las aguas”, dice a los asistentes de la caminata.
Dos piedras grabadas reposan en una choza construida por la comunidad para que la erosión del viento y la lluvia no la destruyeran. “Dicen que con los aguaceros el monolito descendió de una parte más alta de la montaña”, comenta.
El lugar no le pertenece a alguien en particular, permanece allí esperando ser visitado. Se lo conoce como el petroglifo de Pilchibuela, que en idioma incluso más antiguo que el kichwa significa ‘bosque de calabazas’.
“Se lo atribuye al periodo de Integración más o menos en el año 1000 después de Cristo, pero yo creo que es más antiguo”, expresa Chiriboga. Ella ha investigado la historia de esta zona desde hace varios años.
Una de las piedras es cóncava, “en forma de pilche” o vasija, donde se tomaba algún líquido. En la pieza se observa un gran espiral en el centro. “Esta forma para los pueblos originarios significa la conexión con sus ancestros”, explica la gestora.
San Rafael de la Laguna se oficializó como parroquia en el año de 1884, con el padre Pedro Rafael González (de ahí su nombre) y su iglesia está asentada sobre un montículo de tierra, llamado Tola.
Estas tolas son uno de los rasgos arqueológicos de mayor dispersión en la geografía ecuatoriana. Son montañas de tierra y cangagua desde donde se hacían avistamientos astronómicos, muy importantes para el desarrollo de la agricultura de los pueblos andinos.
El territorio ubicado cerca de lago fue entonces el primer asentamiento Otavalo, que luego de la modernización inevitable se trasladó a lo que es la ciudad, que prácticamente es un ícono de la artesanía del norte del país.