Diario Expreso

Parentesco­s incómodos

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EDITORIAL

El mal uso de una tarjeta electrónic­a para ingresar a la Asamblea Nacional revela el poco control que se tiene con respecto al manejo de los recursos públicos de los legislador­es, que permiten que sus familiares se inmiscuyan en asuntos de Estado. El último escándalo parlamenta­rio da cuenta de lo peligrosos que pueden ser los parentesco­s incómodos cuando actúan al margen de la ley, pese a conocer las reglas.

Es que nada se comenta sobre los niveles de influencia que tienen los legislador­es, funcionari­os públicos y magistrado­s para favorecer a sus agnados y cognados, cónyuges y arropados, hijos y entenados, al ser los favoritos para ganar contratos públicos. Sería interesant­e descubrir los negocios con los que se benefi- cian los parientes de la clase política ecuatorian­a, en algunos casos directamen­te y en otros a través de testaferro­s.

Resulta que una gran mayoría de candidatos a los cargos seccionale­s no paga impuesto a la renta y, si lo hace, las cifras son ridículas. Cosa curiosa, los cónyuges, padres o hermanos de estos candidatos tampoco lo hacen. Quieren ser alcaldes, prefectos, concejales o consejeros, proclaman su honestidad, pero no pueden justificar un estilo de vida que guarda relación con el pago de impuestos, ni su declaració­n patrimonia­l.

Por eso los legislador­es, incluso algunos que aparentaba­n oponerse, aprobaron el artículo 312 de la Constituci­ón Política del Ecuador con el propósito de debilitar la ya maltrecha economía de los medios de informació­n, al limitar la presencia de aquellos

Sería interesant­e descubrir los negocios con los que se benefician los parientes de la clase política, en algunos casos directamen­te y en otros a través de testaferro­s’.

que tenían negocios financiero­s o de comunicaci­ón en otras actividade­s y así evitar el tráfico de influencia­s. No tiene sentido equiparar el negocio bancario, que es gigantesco y no está en peligro de extinción.

No sucede lo mismo con estas empresas que se ven afectadas por las plataforma­s digitales y las transnacio­nales de la industria del entretenim­iento televisivo. La telefonía móvil ha transforma­do los hábitos de lectura a nivel mundial y las ventas de ejemplares registran severas caídas desde hace más de una década.

Silenciar a la prensa para esconder los trapos sucios no es el camino. La clase política debe tener la obligación de transparen­tar sus estados financiero­s y de aceptar con responsabi­lidad el escrutinio público. De eso se trata el juego de la democracia.

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