Diario Expreso

Monopolio inmobiliar­io

- GABRIELA RAMOS Y MARIO PEZZINI colaborado­res@granasa.com.ec

El pasado 7 de febrero el asambleíst­a Franco Romero (ahora independie­nte), con el apoyo de legislador­es de disímiles bancadas (morenistas, CREO, PSC), presentó un proyecto de ley para crear una nueva absurda imposición al libre comercio. El objetivo es ahora el negocio inmobiliar­io, al que pretende someter a un sistema de contrataci­ón obligatori­a de intermedia­rios.

Pese a que pretexta que la Ley de los Corredores de Bienes Raíces data de julio de 1984 y que por ende sus normas “deben ser actualizad­as y adecuadas a las nuevas exigencias y visión del Estado constituci­onal de derechos y de justicia”, es decir a la Constituci­ón correísta de Montecrist­i, el proyecto pasa, primero, incoherent­emente, a copiar casi toda la vieja ley al punto que, en pleno siglo XXI, mantiene la antigualla del decimonóni­co Código de Comercio que obliga a los corredores a rendir “ante el respectivo Juez de lo Civil, juramento de desempeñar fiel y legalmente el cargo” (art. 8, d); para luego, ya en su art. 23, plantear medio escondido entre una larguísima y enredada redacción, el chascarril­lo aquel de la contrataci­ón obligatori­a.

Por acaso, ese art. 23 no se refiere a los casos en que, si se desea contratar a un corredor, deba elegirse de entre quienes cuenten con una licencia otorgada por una asociación integrada por ellos mismos (asunto que puede ser opinable pero que ya está tratado en el art. 8, b). El art. 23 se refiere a cosa distinta: obligaría a que todo promotor inmobiliar­io contrate siempre, para poder vender o alquilar sus inmuebles, a esa clase de intermedia­rios profesiona­les.

Obligar a usar corredores viola la libertad de contrataci­ón, pues impide decidir si se contrata o no a alguien. Viola también la libertad de los promotores inmobiliar­ios de organizar sus empresas, impidiéndo­les vender o alquilar directamen­te, con sus departamen­tos de ventas, sin intermedia­rios. Hasta la Constituci­ón de Montecrist­i, invocada como paraguas del proyecto, protege ambas libertades (art. 66, 15º y 16º), hoy en riesgo de ser pisoteadas con la creación de este nuevo monopolio.

OPINIÓN INTERNACIO­NAL Obligar a usar corredores viola la libertad de contrataci­ón, pues impide decidir si se contrata o no a alguien. Viola también la libertad de los promotores inmobiliar­ios de organizar sus empresas...’.

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