Igualdad de género impulsada por datos
Si se toma como referencia el ritmo actual de progreso se tardará más de 200 años para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en el ámbito laboral. En muchos países todavía se obliga a las niñas a casarse cuando aún son muy jóvenes, lo que limita su acceso a la educación formal y futuras oportunidades de empleo. En Níger, por ejemplo, en 2016, el 76 % de las niñas entre 15 y 19 años de edad ya estaban casadas, lo que explica, en parte, por qué el 73 % de niñas en edades en las que deberían asistir a la educación secundaria inferior ya no asisten a la escuela. El trabajo infantil también es muy común y casi un tercio de las mujeres del mundo creen que la violencia doméstica es un castigo justificable bajo ciertas circunstancias, tales como quemar la comida. ¿Qué refleja esto acerca de los valores humanos cuando se considera más aceptable golpear a una mujer que arruinar la comida para la cena? Los marcos jurídicos consagran tales valores humanos. Hoy en día, diez países todavía permiten la violación conyugal, y nueve aún permiten que los violadores eviten su castigo, si ellos se casan con sus víctimas. Y en el caso de muchas más mujeres, dichos valores son los que se permean hacia dentro de las estructuras sociales, que son las que a su vez les niegan oportunidades. En todo el mundo, la carencia de licencias de maternidad con sueldo pagado, servicios de guardería infantil, o políticas laborales favorables a la familia impiden la participación de las mujeres en la economía formal. Incluso cuando logran tener una carrera laboral, aún tienen que asumir tres cuartas partes de las responsabilidades dentro del hogar. Claramente, un mundo más equitativo e inclusivo en cuanto a género requerirá de un cambio trascendental en cuanto a percepciones, actitudes, estereotipos y leyes. Se justifica la promoción de tal cambio por razones morales y económicas. Según nuestras estimaciones, si los países eliminaran la discriminación basada en el género y concedieran a las mujeres un mayor acceso a la educación y el empleo, el PIB mundial aumentaría en $6 millones de millones en el transcurso de la próxima década. No obstante, si bien la razón para el cambio puede estar muy bien fundamentada, los países a menudo tienen dificultades para desarrollar políticas basadas en el género que estén enraizadas en datos y evidencias sólidas, por falta de ellos. Para abordar dicha carencia, en 2009 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) desarrolló el Índice de instituciones sociales y género (SIGI) con datos de unos 180 países. Este índice junto con el SIGI Policy Simulator, un simulador de políticas, se constituyen en una herramienta para que los gobiernos evalúen cuán inclusivas son sus políticas de género, identifiquen áreas susceptibles de reforma y evalúen los programas que implementan. Los datos ya han generado importantes y profundas apreciaciones. La mejor manera es aprender de las experiencias de otros. Armados con información, los líderes pueden convertir la retórica sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en acciones trascendentales. En última instancia, dichas acciones ayudarán a crear entornos de igualdad tanto para mujeres como para hombres, y coadyuvarán en la construcción de sociedades sostenibles, respetuosas y pacíficas para todos nosotros. Ahora contamos con los datos para ayudar a que las mujeres alcancen su potencial, así como también contamos con datos que nos ayudan a evidenciar qué nos pasa a todos nosotros cuando no las ayudamos.
Claramente, un mundo más equitativo e inclusivo en cuanto a género requerirá de un cambio trascendental: en cuanto a percepciones, actitudes, estereotipos y leyes’.