Triste recordación
Tenía una mirada brillante y apacible. Unos rasgos que se complementaban con la belleza de su rostro. Fueron estos atributos físicos que ayudaron a doña Gladys Martínez Merchán a exteriorizar el alcance de su carácter y de su personalidad.
Su espíritu cordial y trato sencillo la ayudaban a merecer simpatías espontáneas entre sus familiares y amigas.
Su actitud positiva ante la vida se fortaleció durante el matrimonio con el señor Eudoro Cabezas Naranjo, con quien estuvo casada por más de 60 años.
Con profunda fe religiosa, la pareja Cabezas Martínez estructuró un hogar feliz que, respetando los principios morales y éticos, les permitió educar a los hijos y afrontar con dignidad los vaivenes que se presentan en la vida. Fue el polo a tierra y centro orientador de su familia.
Dejaba huellas a su paso y en ese camino se convirtió también en una trabajadora creativa. Incursionó en las artes manuales con la confección de espléndidos objetos de madera que algunas veces comercializó para cooperar en la economía del hogar.
Emprendió también en pequeños negocios en los que demostró una vez más su tenacidad, la sazón de una mujer que no estaba dispuesta a dejarse doblegar.
Gracias a ese estado de ánimo luchador, pudo enfrentarse a los desafíos con optimismo. Un espíritu que dejó de herencia a sus hijos Javier, Sylvia, Juan Carlos, Fernando y Galo Cabezas Martínez; a sus nietos Sáenz Cabezas, Cabezas Reyes, Cabezas Garcés, Cabezas Griesbachv, bisnietos Sáenz Messuti y Sáenz Núñez hijos políticos Francisco Sáenz F., Marcela Reyes, Isabel Garcés, Támara Vásquez, Orthia Griesbach.
Esposa, madre, abuela, hermana y amiga incondicional... ella brindaba siempre con una sonrisa y un mensaje optimista, pues se convirtió en un ejemplo para sus familiares y amigos y otros tantos que hayan coincidido en su camino a lo largo de su existencia en este mundo.
Hoy, a un mes de su partida, quienes la conocieron, la trataron y la admiraron la recuerdan con respeto y cariño y elevan una plegaria por el merecido descanso eterno de su alma.