Problema ético
Que alguien hackee un examen nacional para beneficiarse con una nota o lucrar con la información tomada, que un alumno copie en un examen, que otros compren y paguen por pruebas estandarizadas, que padres propicien estas cosas, solo habla a todas luces de que al modelo educativo ecuatoriano le falta trabajar en la ética, en la moral, en fin, en el ser humano.
Hemos dado tanta relevancia a la nota, a la “meritocracia”, que lo que cuenta es cuánto sumo como resultado y ya no el esfuerzo realizado o las horas de estudio invertidas para llegar al conocimiento. Padres y ministerio enfilan más a la calificación que al proceso de aprender, que a la valoración de lo enseñado, que al esfuerzo invertido por el estudiante para adquirir conocimiento.
En ocasiones, las obsesiones de los padres porque sus hijos alcancen dignidades dentro de la clase o el colegio tuercen posturas éticas y a veces hasta empujan al alumno a buscar como sea una alta nota. En ocasiones, el mismo joven se traiciona, ya sea por conseguir dinero, canonjías o reconocimiento entre sus pares, y el asunto es que, en ambos casos, quien pierde es la persona humana que se está formando, que está creciendo confundida y que solo busca resultados sin importar los medios.
La ciencia, la tecnología, no bastan, son maravillosas, oportunas y fundamentales para crecer en inteligencia, pero solo
Padres y ministerio enfilan más a la calificación que al proceso de aprender’.
ellas no se pueden impulsar los esfuerzos y motivos del hombre. Es necesario formar, trabajar en lo intangible, en el espíritu del estudiante para que sea capaz de diferenciar el bien del mal, el buen actuar de lo amoral o inmoral.
Retomemos en el currículo aquellas áreas de formación que poco a poco han ido siendo retiradas del proceso y que hablan del cultivo de valores y principios, unos nacionales, otros humanísticos, otros religiosos, que sumados a los que aporta el puro quehacer cognitivo y lo que entrega la tecnología contemporánea, nos dan como resultado un ser humano integral, capaz de ir por la vida siendo buen ciudadano, buen prójimo, buen alumno, buen profesional.