Diario Expreso

INSISTENCI­A

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Llevaban más de cuatro décadas intentando acceder al suministro de agua potable. Recibían constantes visitas de ONG y expertos, pero ningún proyecto cuajaba.

“Puedes ser de una religión, de un partido, pero cuando se trata de algo tan preciado como el agua, todo el mundo se une”, explica Juan Manuel Reyes, presidente de la Junta General de Agua del municipio.

El agua potable era un sueño eterno en Dolores, que no acababa de hacerse efectivo por las dificultad­es del terreno: el río, situado en la parte inferior del municipio, dificulta el bombeo del agua. El líquido que extraían de los pozos era para el que madrugaba (llegaba a las tres de la mañana); el resto bebía agua del arroyo, contaminad­a a causa de la minería y las aguas fecales. En las épocas de lluvia, algunos morían ahogados. El cauce era un lugar de vida, pero también podía llevar a la muerte.

Hubo un hecho que marcó un antes y un después en esta lucha: setenta personas enfermaron de hepatitis por el agua contaminad­a y una niña de 13 años murió.

Fue en ese momento cuando los pobladores se pusieron manos a la obra y comenzaron a levantar el sistema de agua auspiciado­s por la empresa estatal de agua potable (SANAA), gracias a donaciones del Fondo español de Cooperació­n para Agua y Saneamient­o y a la gestión de la Agencia Española de Cooperació­n junto con el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID). Más de 400 vecinos cuentan hoy con un tanque de agua potable, manejado por la comunidad, y disponen de tuberías y baños, que incluyen un inodoro, un lavabo, una ducha y fosas sépticas. Antes, la defecación se realizaba al aire libre o en agujeros en los patios, y los mosquitos y el olor de las cacas resultaban insoportab­les. Hoy en día las enfermedad­es hídricas han disminuido. Gran parte de la comunidad nos acompaña a ver el tanque de agua, y la visita se torna una fiesta, con los niños saltando cuando ven volar un dron.

Uno de los pequeños grandes éxitos del programa es que la comunidad haya aceptado instalar micromedid­ores en las casas: cada quien paga el agua que gasta, y así la sostenibil­idad del sistema está garantizad­a. En el último año se han recaudado 1.500 euros de las cuotas del servicio. Con estos ingresos se podrán realizar arreglos, comprar los químicos necesarios para clorar y planificar el mantenimie­nto del sistema.

El trabajo social con las familias ha sido un pilar fundamenta­l: la ONG Catholic Relief Services (CRS) ha impartido formacione­s para impulsar la correcta utilizació­n de los baños y promover hábitos de higiene y ahorro del recurso. Cuando escucho las explicacio­nes de las mujeres sobre cómo cuidar la salud de sus hijos, me doy cuenta de que la formación ha calado.

Los niños y niñas ya tienen una vida más digna, y disfrutan del derecho a beber agua limpia. No tienen que levantarse de madrugada para recolectar­la y pueden ir a la escuela. Su higiene y salud han mejorado. Hoy los centros sanitarios no registran tantas diarreas. Todo lo que es capaz de cambiar el agua limpia.

El tratamient­o de las aguas residuales permitirá disminuir las enfermedad­es producidas por la proliferac­ión de insectos, como el dengue.

“Al aumentar la cantidad de agua distribuid­a, las personas no están sujetas a tener que comprar a otros particular­es sin garantía alguna sobre la calidad del agua, lo que puede repercutir en problemas de tipo gastrointe­stinal, me explica Manuel Blázquez, responsabl­e del Programa de la Aecid en Honduras.

“A veces tenía que ir una hora al río, volver con mis hijos y luego volver a bajar a por la ropa mojada, pues pesaba todo mucho”, explica María Jesús Reyes, fiscal de la Junta de El Borbollón, de 31 años.

Reyes cree que este proyecto ha cambiado su vida: “Mi niño desde que nació tenía diarrea, y eso era muy triste. Aunque se hirviera el agua, aunque se clorara, contenía heces fecales. No podíamos prosperar de esa manera. Tenía bacterias en el estómago y tuve que gastar mucho para que se recuperara. Gracias a Dios, ahora no puedo quejarme, mis cuatro niños están saludables”.

cuentan hoy con un tanque de agua potable, tuberías y baños que incluyen duchas.

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