Candidatos al granel
Acasi un mes de distancia del día en que nos toque ir a las urnas para votar a diestra y siniestra, dada la cantidad de aspirantes a las funciones seccionales (provinciales, municipales y parroquiales), que pasan de ochenta mil ciudadanos que, batiendo un récord digno del Libro de Guinness “quieren sacrificarse por la patria”, entro en la duda metódica cartesiana para decidir si acudo o no a la mesa electoral que me haya asignado el CNE (ahora dividido interiormente en una lucha de dos contra tres), ya que estando en mis más de ochenta años, es decir no en la tercera sino en la “cuarta edad”, ante esa ausencia de severo deber cívico y político, no estoy obligado a cumplir con el también derecho al sufragio.
El caso es que mi preocupación se centra ahora en los servidores del poder Electoral que van a tener a su cargo el penoso y complejo trabajo de llevar a cabo el escrutinio, donde van a tener que usar, al parecer, una máquina computadora ya que a más de la gran cantidad de candidatos a los puestos seccionales tendrán los ecuatorianos que designar a los ya permanentes miembros del Consejo de Participación Ciudadana que sustituirán a los vocales transitorios que lidera y dirige el incansable Julio César Trujillo. Y también me compadezco, por supuesto, de los propios sufragantes, desde los adolescentes de más de 16 años con capacidad, sin que sea obligatorio, para depositar los votos en las urnas convertidas ahora en verdaderas cajas de Pandora. ¿Qué tiempo se va a dar a cada votante,
Por otro lado resultará todo un problema la escogencia de quienes cuenten con nuestra “voluntad” ya que la mayoría de aspirantes son absolutamente anónimos...’.
me pregunto, para cumplir su acto electoral? Porque para escoger entre tantos nombres colocados en las papeletas no va a ser suficiente, como en el pasado, solamente un minuto o menos del “time”.
Por otro lado, resultará todo un problema la escogencia de quienes cuenten con nuestra “voluntad”, ya que la mayoría de aspirantes son absolutamente anónimos, solamente conocidos en sus propios hogares “a la hora del almuerzo”. Difícil tarea para el votante que tiene que decidir sus querencias entre los aspirantes a alcaldes, prefectos, ediles, consejeros y vocales del Cpccs. Y en las parroquias rurales será peor el asunto, ya que además tienen que sumar a los miembros de sus correspondientes juntas.