El filosofar está al alcance de todos
La opinión que tienen hoy en día las personas sobre la filosofía es muy llamativa. A diferencia de otras ciencias, es una actividad que debe ejercitar toda persona ya que esta es una tarea vital, no algo reservado solo para quienes estudian esta materia. Y no se basa en solo unos conocimientos sobre el pensamiento de un autor, sino en algo mucho más profundo. La filosofía es un amor, amor a la sabiduría. Y ese amar no se logra con un conocimiento, sino que se forja día a día.
Para poder amar hay que ejercitarse, pues el amor no es fundamentalmente un conocimiento, es una virtud. El filosofar, por lo tanto, tiene que ver con una actividad, no en unos contenidos memorísticos. Es un deseo que está presente en nosotros por nuestra misma condición de hombres. La filosofía debe estar en los diferentes ambientes de la sociedad y se forja asombrándose por las cosas cotidianas, preguntándose los porqués de las cosas, dialogando con las personas. El ser humano por ser racional debe filosofar porque él mismo es una fuente inagotable de problemas que se resuelven superficialmente.
Pues no basta leer libros, hay que dialogar, discutir, preguntar, pensar. Tenemos que desarrollar esa capacidad de admiración, y dejarnos sorprender por la grandeza del mundo. El hombre no es solamente un ‘homo faber’, un hombre que trabaja, sino que es también un ‘homo sapiens’, un hombre que piensa, y para preguntarse por los porqués, se necesita silencio y ausencia de pantallas.
El silencio, que no es sinónimo al aburrimiento, es una categoría que actualmente está desprestigiada por sus dos principales enemigos: el ruido y la dispersión. Para hacer filosofía se requiere silencio de la actividad del mundo, alejarse de las pantallas y admirarse.
Alberto N. Adum