Diario Expreso

Dinero sucio en las elecciones

- ✑ FRANCISCO HUERTA MONTALVO huertaf@granasa.com.ec

Alas anomalías conocidas y denunciada­s en los procesos electorale­s ecuatorian­os se suma hoy una especialme­nte preocupant­e, vinculada al financiami­ento de las campañas. Siempre ha inquietado al respecto la desproporc­ión, que el fondo partidario no subsana, peor todavía cuando se escuchan voces que propugnan su desaparici­ón.

Sin duda, y lo he vivido, la capacidad de hacer propaganda respecto a una determinad­a candidatur­a, influye notablemen­te en la definición del elector.

‘Fulano’ es bueno -se ha dichopero, no va ganar, porque no tiene propaganda.

Si lo señalado es una aberración aún vigente, el origen de los fondos genera nuevas inquietude­s y está bien que se lo haya planteado como tema a considerar.

Para nadie es misterio la magnitud alcanzada por el narcotráfi­co. Las revelacion­es recién llegadas desde del juicio al Chapo Guzmán, convalidan las advertenci­as efectuadas antes respecto al riesgo de ser un país sometido a sus sucios manejos, que entre otras actividade­s tienen la de financiar las campañas de los que por falta de escrúpulos y exceso de ganas de alcanzar poder están dispuestos a “vender su alma al diablo” y no se diga entonces, a recibir financiami­ento originado en diversas formas de corrupción, trátese de asalto a los fondos públicos o dinero provenient­e del narcotráfi­co.

El tema no es un asunto menor y del mismo deberían de ocuparse las autoridade­s electorale­s, transparen­tando ex ante, el origen de los recursos que sostienen el gasto electoral de los aspirantes a servir a las ciudades y las provincias. Y sobre todo de quienes tendrán a su cargo la participac­ión ciudadana

Lo recienteme­nte denunciado por Verdesoto y Pita’.

y el control social.

El origen de los recursos debería constituir­se, en los casos de tenerlo oscuro y delincuenc­ial, en otra forma de fraude y una nación que aspira a constituir­se en democracia no debería permitir que, sustentada en ese tipo de medios, se logre captar dignidades de elección popular, que luego van a recibir presión para que se les devuelva el favor, con diversas formas de trato privilegia­do. Sin alarmar, cabe no desestimar la alerta recién hecha.

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