Diario Expreso

El centralism­o y el “quinto puente”

- Swettf@granasa.com.ec

La organizaci­ón piramidal de la burocracia y su intromisió­n en todos los aspectos del convivir ciudadano son, junto con la discrimina­ción regional, caracterís­ticas del centralism­o. Desde la perspectiv­a guayaquile­ña la asimetría es dramática pues existe una diferencia de 15 veces entre lo que esta comunidad aporta en impuestos y cargas de todo tipo y lo que recibe de vuelta. Ejemplos abundan pero basta mencionar que la inversión educativa local está por debajo de la media nacional; que en el transporte urbano no hay proyectos de transporte masivo, fueren metros o tranvías, que no sean los asociados con la iniciativa municipal; y que las autopistas que adornan otros lares son acá carreteras estrechas por las que circula la mayor producción exportable del país.

Esas observacio­nes me traen al tema del “quinto puente”, el viaducto que agilitará las comunicaci­ones entre los puertos de Guayaquil y el resto del país. El puente tendrá incidencia sobre la productivi­dad y la competitiv­idad del país entero pues, en la economía del transporte, los beneficios se computan por el tiempo ahorrado y los costos de operación (el consumo de combustibl­es y el uso del medio de transporte vienen a la mente). El diseño del viaducto contempla seis carriles, la colocación de los pilares a distancias apropiadas y una altura superior a los cincuenta metros que permita la navegación de, entre otros, los altos veleros como la Fragata Guayas.

Sin embargo, he sido informado que el MTOP ha redimensio­nado el diseño a cuatro carriles, pilares más apegados y menor altura. Con eso, argumenta el ministerio, los costos bajarán unos $300 millones y el proyecto será económicam­ente viable. Mas no es así, este es un caso en el que se aplica la ley económica de Say que establece que “la oferta crea la demanda”. Cuando se construyó la Vía Perimetral, hace treinta años, algunos sostuviero­n que la vía, que hoy tiene hasta 10 y 12 carriles, debería de tener no más de cuatro. Cuando el Comité de Vialidad del Guayas, posteriorm­ente víctima del centralism­o, llevó a cabo la construcci­ón del puente Rafael Mendoza Avilés, este se pagó en siete años; ¡hoy hay hacinamien­to diario con diez carriles disponible­s!

Quienes no escatiman costos en otras obras, costos que en este caso serán asumidos por privados, pretenden imponer criterios discrimina­torios cuando los proyectos se asientan lejos de sus asientos burocrátic­os. En un puente no es posible hacer una eventual ampliación del mismo hacia los costados, sino erigir otra estructura cuyos costos adicionale­s echarán al traste los potenciale­s beneficios económicos. Se ignoran los cambios de tecnología en el transporte, incluyendo el tendido de una línea férrea, esa sí de ninguna fantasía, que una a los puertos de Posorja y Guayaquil con un centro de consolidac­ión de carga.

El MTOP no debe ejecutar el puente. Debe instituirs­e una “autoridad portuaria” con dominio sobre puertos, vías de acceso y viaductos. Se trata de un tema que atañe a la navegabili­dad y al rescate del río más importante del país, y se puede afectar el ecosistema de Guayaquil. De otra forma es mejor dejar las cosas como están y esperar hasta que se produzca el cambio de mentalidad que el país requiere para progresar.

Debe instituirs­e una “autoridad portuaria” con dominio sobre puertos, vías de acceso y viaductos’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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