¿Un Ecuador sin rumbo?
La asunción de Lenín Moreno a la presidencia, en cuanto se hizo patente su distanciamiento con el antecesor, asomó como un corte tajante entre el oprobio de ese pasado y las expectativas de un halagador presente y futuro. La economía del país había quedado en números rojos, la institucionalidad democrática había sido reemplazada por un armatoste de concentrado y centralizado poder, la gobernabilidad reflejaba, con el paso de los meses, una suma indetenible de casos de corrupción, latrocinio e indecencia, y la organicidad política de la sociedad civil arrastraba una tremenda carga de desolación, dispersión e incapacidad.
En esas circunstancias la colectividad regresó a mirar con esperanza la gestión de un gobierno que, pese a las dificultades de un escenario en decadencia, ofrecía inmediatos correctivos y convocaba a un gran encuentro nacional para atender las urgencias y proyectar las acciones conjuntas. Los logros en cada uno de esos vacíos, sin embargo, han sido poco notorios o se han quedado solo en la ficción retórica de algunos funcionarios oficiales. La economía sigue en crisis, sin que se avizoren cambios en relación con el aparato productivo y el desarrollo estructural. Lo que se ha hecho, desde el mando central, es echar mano de operaciones repetidas que, en lugar de propiciar objetivos de autosuficiencia nacional, contribuyen a agudizar la dependencia al capital financiero internacional. La reinstitucionalización ha sido tenue, se han cortado algunas cabezas pero se han dejado intactos los contaminados cuerpos. Para el combate a la corrupción se han multiplicado instancias sin que exista, hasta ahora, una estrategia para castigar a los pillos y recuperar el dinero robado. Y a todo ello se suma la indefinición de un modelo de desarrollo que sirva como referente para la elaboración de propuestas coherentes, nacionales y regionales, con lo que se propicia una actividad partidaria sin rumbo ni objetivos, y una profundización de la crisis del sistema de partidos.
Y ya vamos para dos años.
DESDE EL ÁTICO