La elección del 24 oculta otra elección
Así como tren puede ocultar otro tren, una campaña electoral puede esconder otra campaña electoral. Eso ocurre actualmente con la elección del 24 de marzo: en los hechos, es el primer ‘round’ de la elección presidencial de 2021. Eso explica la actividad inusitada de Guillermo Lasso y Jaime Nebot en el país. No están solos, aunque solo están ellos cuando se nombra a los eventuales presidenciables. Gustavo Larrea está activo desde hace tiempo y estos días, desde la llegada de Diana Atamaint a la presidencia del CNE, también reapareció Enrique Ayala Mora…
Por supuesto y salvo Guillermo Lasso, que ya confesó su deseo de terciar de nuevo en esa elección, nadie admitirá estar aceitando resortes que posiblemente lo propulsarán a esa candidatura. Nebot es quizá el caso más curioso, pues nunca ha dejado de acariciar esa posibilidad y siempre ha puesto particular énfasis en negarla. Que se sepa, Jaime Durán y su firma siempre han medido su aceptación en Guayaquil y en el país. Nebot salió escaldado de su paso por el Congreso en los años noventa y eso explica por qué se refugió en Guayaquil. Tanto lo hizo que terminó creyendo que su experiencia como alcalde puede y debe ser clonada incluso en el plano presidencial.
Nebot está en campaña. No se sabe qué dirá la Contraloría por el tiempo que pasa en mítines ajenos, pero Nebot sabe (como lo saben Lasso, Larrea y cualquier otro presidenciable) que tiene que construir una infraestructura de elegidos locales para apuntalar su campaña para el 2021. Guayaquil y Guayas, en donde tradicionalmente ha sido fuerte su partido, no le bastan. Nebot necesita muchas bases para armar una campaña en la que su dilema no será darse a conocer: será reducir y superar el voto negativo que arrastra consigo desde hace décadas en muchos lugares del país.
Guillermo Lasso tiene otros problemas. La realidad política poscorreísta no le ha llevado, y no le llevará, toda el agua a su molino. La fragmentación y la dispersión políticas pondrán a prueba la lealtad de un aparato partidista que, tras la derrota polémica con Lenín Moreno, ha tenido que asumir el paso por el desierto. Consolidar ese aparato, con miras al 2021, pasa por alzarse con un buen número de alcaldías y prefecturas. Un reto que, dado el aluvión de candidatos, se antoja difícil de lograr. Su apuesta valiente por jóvenes figuras (como Juan Carlos Holguín en Quito o Francisco Jiménez en Guayaquil) augura un gran relevo político en su partido, pero no forzosamente resultados positivos inmediatos.
En el frente de esa izquierda, cuyo perfil político es cada vez más indescifrable, aparece por ahora Gustavo Larrea. También él ha dado algunas vueltas a la República. Cuatro dicen sus amigos. Su trabajo ha sido silencioso y ha buscado armar estructuras y alianzas de todo tipo, como la que cuajó en Guayaquil con Jimmy Jairala. Larrea luce algunas camisetas: amigo del presidente, cerebro en la sombra de este gobierno, figura de esa izquierda que estuvo con Correa y que, tras haber sido exprimida y puesta de lado, dejó de adorar al tótem que había consagrado.
De esa izquierda, pocas figuras -Larrea, Ayala Mora, Luis Macas (miembro del Cpccs Transitorio) han logrado reflotar en el gobierno de Moreno. Pero entre ellas, Larrea lleva ventaja: está en campaña desde antes de que Correa dejara el país.
Así, el 24 de marzo en la noche, se verá cómo queda el mapa de las fuerzas políticas en los gobiernos locales. Pero se verá sobre todo cómo arrancan los presidenciables para el 2021 que, por ahora, suman tres.
Así, el 24 de marzo en la noche, se verá cómo queda el mapa de las fuerzas políticas en los gobiernos locales. Pero se verá sobre todo cómo arrancan los presidenciables para el 2021’.