Quimeras laborales
El trillado y sonado anuncio de que el sector privado promueve un proyecto de ley para cambiar el Código de Trabajo vigente no es una novedad. Esa aspiración de los empresarios es la misma con el arribo de cada nuevo gobierno; lamentablemente, nunca falta algún soñador que espera que se le hagan realidad sus aspiraciones imposibles.
Seguimos con el mismo código laboral del siglo pasado por una simple y sencilla razón: los derechos de los trabajadores son irrenunciables e intangibles. Por ello, cualquier fantasiosa pretensión de retroceso en sus derechos es nula.
El derecho del trabajo nació justamente para proteger a la parte débil de la relación laboral, ya que el derecho civil o comercial solo protegía los intereses capitalistas del empresario. Por tal razón, el derecho laboral es un derecho social, que protege al ser humano por sobre el capital, de allí su principio fundamental, el ‘in dubio pro operario’; ergo, su espíritu es protectorio del obrero, no del empresario.
Los derechos plasmados en este código son conquistas, producto de la lucha de la clase obrera para mejorar su condición; por eso la Constitución prohíbe el retroceso en sus derechos. Menoscabar estas conquistas sería sencillamente inconstitucional.
El primero de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo, fecha en que se conmemora la lucha reivindicativa de los derechos laborales y en la que también recordamos la matanza de Chicago y la lucha que se dio por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvo su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886. Por ello pretender alargar la jordana laboral es inadmisible.
Leer en la prensa que los empresarios pretenden solicitar a la Asamblea reformas para que el código obrero invierta su protección hacia ellos, es simplemente una quimera, producto de la atrevida ambición e ignorancia.
Como académica y profesora de Derecho del Trabajo en la universidad, les digo que las propuestas articuladas son de simple lírica e inconstitucionales. Ese proyecto, como está planteado, no verá la luz del día.