De vacaciones en sus propias ciudadelas
Las administraciones realizan cursos para unir a la comunidad ❚ Le apuestan al deporte, al arte y tareas que valoren su entorno
Desde hace algunos años y cada vez con más frecuencia, las áreas sociales de las ciudadelas, al igual que los jardines y bosques, y por qué no, hasta las calles de los barrios, sirven como refugio de decenas de niños y adolescentes que, una vez terminadas sus clases, se vuelcan a estos espacios para disfrutar de sus vacaciones durante varias horas, entre 6 y 8 semanas.
Es prácticamente una tendencia, una afición que ha nacido de los administradores y presidentes de los vecindarios, con el fin no solo de que la comunidad se integre y crezca; sino de que los padres se sientan seguros al saber que sus hijos están a escasos pasos de sus casas.
El Comité de Los Ceibos, que a diferencia del resto de vecindarios inició con estos vacacionales hace 40 años, por ejemplo los mantiene porque desde que los crearon cumplieron con el objetivo deseado.
“Aquí han venido los hijos de nuestros amigos, los nietos incluso de los chicos con los que hicimos estos cursos”. Y es hermoso, precisa la residente y entrenadora Gina del Salto, porque incluso esos lazos se han extendido a los padres. Los vacacionales
“Fue allí donde mi mamá se hizo amiga de la que fue hace seis años mi madrina de bodas y fue allí donde conocí también a mi alma gemela, mi hermana, con la que he recorrido parte del mundo, y con la que ahora intento crear una empresa”, recalca la residente Mónica Moreira, cuya hija de siete años asiste hoy el vacacional, integrado por 150 personas. “Quiero que ella aprenda lo mismo que yo, que aprenda a ser independiente y fuerte...”, recalca.
Melisa Cobo, quien cuando fue adolescente recibió sus clases de tenis, fútbol, voley y arte asimismo en las instalaciones del Comité, donde desde hace dos semanas se desarrolla el vacacional, quiere lo mismo para Lola, su pequeña de tres años.
Busca que socialice. Y sobre todo que conozca a la gente de su entorno, quienes -piensa, basada en su experiencia, serán quienes marquen su vida.
En la ciudadela El Paraíso, el vacacional Pura Vida Outdoor Training, que se realiza en una casa ubicada en las cercanías del cerro, maneja un concepto similar.
Los instructores, casi todos habitantes del sector, buscan que los chicos se entrenen física y emocionalmente a través de una serie de actividades deportivas, como natación y yoga; pero al mismo tiempo -teniendo en cuenta la geografría del vecindario- que se conecten con la naturaleza.
De allí que practican senderismo en el Bosque Protector Cerro Paraíso y realizan caminatas y vigilias en la montaña.
La idea es que se diviertan y valoren su entorno, se apropien de su espacio y sean la nueva generación que vela por él, explica Nelson Hidalgo, uno de los instructores, que además destaca que con este tipo de recreación comunitaria, como describe a las actividades, los participantes aprendan primero a pensar en el bien de la comunidad, una comunidad amplia formada por mujeres, hombres, niñas, adultos mayores.
Ángela Pareja, quien está allí desde el 11 de febrero, va por ese camino. “He logrado trabajar en equipo y conocer sobre las especies que viven aquí en nuestro bosque y eso me agrada tanto o más que compartir con mis nuevos compañeros, mis vecinos, con los que también ensayo obras de teatro en el interior de las montañas, que ahora me importan más que nunca”, explica.
En la ciudadela Puerto Seymour, en vía a la costa, donde por segundo año consecutivo, a través de la Escuela Formativa del Deporte, los chicos asimismo aprenden atletismo, básquet y voley a lo largo de seis semanas; los padres, que valorizan cómo sus hijos están aprendiendo a comunicarse y a cooperar con la comunidad, adicionalmente destacan los beneficios que a ellos les proporciona de forma directa.
Que realicen el vacacional en el área social -como lo hacen también en la ciudadela Entre Ríos y Ciudad Celeste en La Puntilla, y Villa del Rey en la avenida León Febrés Cordero- le ahorra al menos $ 100, piensa Karen Roldán, residente. “No gasto en gasolina, no debo lidiar con el tráfico, y no tengo la desconfianza de que esté en un sitio extraño y rodeado de personas que no conozco”.
Pablo Donoso, miembro del Comité de Entre Ríos, coincide en todos los puntos y apunta a algo adicional. Por años -dice- se ha dicho que en La Puntilla los niños viven en una gran burbuja. “Ahora con esto estamos combatiendo el sedentarismo y estamos ayúdandolos a interactuar y usar su entorno como un lugar de estancia, socialización y juego”.
Están haciendo comunidad, defiende. “Cada vez con más ahínco le apostamos a este factor”.
EL DETALLE Hecho. empezaron la semana pasada. Todos destinan 4 horas para entrenar y entretener a los chicos. JORNADAS En nuestros vacacionales hemos acogido a 2, 3 generaciones. Y es lindo porque cada vez tenemos a más familias, amigos con los que compartimos luego en las casas, el cine, los parques.