Diario Expreso

Fuera la dictadura llanera

- DIANA ACOSTA JARAMILLO colaborado­res@granasa.com.ec

Se dice que una intervenci­ón armada externa contra Venezuela lograría expulsar a Maduro y restablece­ría la democracia en ese país. Muchos piensan que no hay otra opción en vista de que la vía diplomátic­a no ha funcionado hasta el momento.

Es evidente el sello del gobierno cubano sobre el régimen de Maduro. Recordemos que los Castro han estado en control de Cuba desde hace casi 60 años y a pesar de todas las barreras que les levantaron, siguieron campantes. No pudieron moverlos del poder ni un solo centímetro. Ni siquiera cuando décadas atrás les lanzaron una maltrecha intervenci­ón armada que fracasó y consolidó en el poder a la dictadura cubana.

En vista de las graves consecuenc­ias que trae para las naciones beligerant­es, la intervenci­ón armada es una herramient­a de última instancia. Es complicado que un país tome esta medida, salvo que se trate de un asunto que atente contra la seguridad nacional. Veremos las acciones que se tomarán si las huestes de Maduro atentan contra Guaidó. El cogobierno de Cuba y Venezuela sabe qué raya no debe cruzar para evitar la sentencia de muerte de la dictadura llanera.

El fraccionam­iento de las fuerzas armadas de Venezuela, podría ser el camino efectivo para lograr el cometido. El pueblo necesita apoyo militar y el uso de la fuerza para lograr liberarse del yugo dictatoria­l.

La delincuenc­ia no se reprime con cartas diplomátic­as, pues no maneja ese lenguaje, ni lo entiende. El Grupo de Lima corre el riesgo de transforma­rse en un conjunto de amigos de buenos sentimient­os que acompañan en el dolor al caído. Maduro y sus acólitos se burlan y no por gusto; todas las acciones contra ellos han fracasado hasta el momento. La asfixia económica la han aplicado a otros países por décadas y, finalmente, los que sufren las consecuenc­ias, son los ciudadanos que padecen todo tipo de penurias, mientras las cabezas de estos gobiernos dictatoria­les, siguen cada vez más gordos y con ganas de quedarse hasta el final de sus días. Esperemos que pronto se encuentre el camino liberador, para expulsar al vulgar usurpador del poder.

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