“Lo mejor de mi labor es el acto de bendición”

Aspiraba a ser técnico electricista. Para eso hizo varios cursos. Sin embargo, desde hace 40 años las labores diarias de Ricardo Díaz Enderica se han concentrado al ambiente interno de la iglesia Nuestra Señora de los Ángeles. Hasta ahí llegó para trabajar como portero, donde además, desde hace mucho, se encarga de distribuir los 800 panes que se entregan diariamente a las personas que deambulan por el sector céntrico.

“Hace tres años recién me encargaron la tarea de preparar las cenizas. Antes la hacía otro compañero”.

Aquel acto dice que es una labor sencilla, la de obtener la ceniza. Lo que hace especial a este polvo gris y volátil es el acto de la bendición. “Un sacerdote la bendice y luego, previo a cada misa del miércoles, se la humedece con agua bendita. Debe quedar una pasta muy dúctil, para que quede en el sello y se la coloque en la frente de los fieles”.

Él también se encarga de formar el sello, con el que se forma la cruz. Lo hace con tapas de corcho de botellas de vino desechadas.

Unas cuatro a cinco libras de ceniza es lo que se prepara cada año, pero para obtener esa cantidad de residuos, Díaz requirió una recolección diaria durante todo el año. “Cada carbón litúrgico que se usó, yo lo voy almacenando”.

Antes, hace 40 años, las cenizas se obtenían de la quema de ornamentos en desuso de la iglesia, pero como este tipo de objetos se desecha muy poco y creció la demanda de ceniza, por el aumento de feligreses, se buscaron otros materiales para quemar. Entonces resultó adecuado el carbón litúrgico, sobre el que se quema el incienso durante las misas. “Como no se quema todo el carbón, yo el viernes previo al Miércoles de Ceniza hago una fogata y lo quemo totalmente. De ahí, recojo la ceniza y lo cierno dos o tres veces, hasta que quede muy limpia”.