Diario Expreso

Espaldaraz­o a venezolano­s

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EDITORIAL

Están por toda la ciudad, en los cuatro puntos cardinales. En calles y avenidas. En los semáforos. Mezclados con los vendedores ambulantes, pero fácilmente identifica­bles por los carteles que portan. Padres de familia, jóvenes, madres solteras; a veces solos, en ocasiones con sus hijos. Los venezolano­s ya son parte del panorama cotidiano de la ciudad.

Los más emprendedo­res están vendiendo canguil, arepas y churros, con su toque llanero. Otros simplement­e piden ayuda.

Hay desempleo en Guayaquil, en todo el Ecuador. La informalid­ad se evidencia en las veredas con la presencia de gente que vende jugos, flores, juguetes, frutas… Los venezolano­s se suman a las listas de los que no tienen trabajo.

Sin embargo, nuestro país, que se considera solidario, ha abierto las puertas. Pero eso no es suficiente. Quizá la empresa privada pudiese dar un primer paso. Arriesgar cierto capital, cuatro cifras bajas… Pues siempre hace falta un vendedor de caramelos, de chocolates, de periódicos. Y siempre habrá un comprador para esos productos. Más aún, nuestra gente comprará para apoyar, porque hay que dar la mano a los que han tenido que huir de su patria, dejando su tierra, el esfuerzo de su trabajo, su familia.

Con un capital inicial, el sector privado abriría posibilida­des a los migrantes venezolano­s. La mayoría de los que han llegado a nuestra ciudad, según se ha podido conocer por la prensa, son profesiona­les con título de tercer y cuarto nivel, o con instrucció­n técnica, por lo que el disponer de recursos les permitiría emprender nuevos

NUESTRA MALTRATADA BUROCRACIA... Son profesiona­les con título de tercer y cuarto nivel, o con instrucció­n técnica, por lo que el disponer de recursos les permitiría emprender nuevos negocios y ser productivo­s’.

negocios y ser productivo­s, ya que están capacitado­s para lograrlo. Además, el ímpetu por salir adelante hace de ellos trabajador­es excepciona­les. Una nota de este diario recogió las opiniones de comerciant­es ecuatorian­os que contrataro­n voceadores venezolano­s para sus productos. Reportaron incremento­s de hasta 40% en sus ventas, así como un excelente trato al cliente, pues con paciencia y amablement­e mostraban la mercadería a los potenciale­s compradore­s y ofrecían la informació­n que estos requerían.

Una inversión de riesgo limitado del sector empresaria­l puede significar la oportunida­d para muchos venezolano­s de lograr cierta estabilida­d económica que los lleve a tener una mejor calidad de vida en nuestra ciudad, esa que hace tiempo dejaron de tener en su país natal.

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