Diario Expreso

Orientació­n

- ✑ JAIME ANTONIO RUMBEA

En las universida­des más prestigios­as del mundo los estudiosos se preguntan cómo funciona la influencia y concluyen que no es otra cosa que orientació­n. Orientar es influir. No influye quien no orienta: sea una discusión, sea el cauce de un río, sea el resultado de un partido de fútbol, el texto final de una ley o la votación del electorado en la próxima elección.

Décadas atrás, en esas mismas universida­des los profesores de esos estudiosos decían que la influencia se lograba con premios y castigos; “matrices de incentivos”, zanahoria y garrote. Nuestros ejecutivos y políticos todavía lo piensan así, porque así lo aprendiero­n. Se preguntan qué es lo que les impide conectar con los milenials para apuntalar sus visiones estratégic­as, sus anquilosad­as organizaci­ones, incluido el estado nación del siglo XVIII. Pero en la era de la informació­n, ese tipo de influencia, que consiste en billete por un lado y coerción por el otro, no sirve para nada. Están desprestig­iadas por corruptas varias de las marcas más importante­s del mundo, como los políticos que en su momento facilitaro­n su ascenso. Están desprestig­iados los gobiernos, instrument­os formales para ejercer el poder, montados en la misma época que los sistemas judiciales que los acompañan y que sufren de la misma crisis de legitimida­d.

Qué divertido sería analizar los datos electorale­s de los últimos quince años: apuesto que el correísmo nació barriendo en los electorado­s más jóvenes y que, con la llegada del bono demográfic­o en 2016, fue desconocid­o por ese mismo electorado -a pesar de contar con todos los recursos imaginable­s en una sociedad de

Es una pena que las propuestas electorale­s en este mes no traigan nada nuevo’.

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