El apagón evidencia la crisis de gobernabilidad
El Congreso declara estado de “alarma” en Venezuela por falla eléctrica ❚ Guaidó convocó a manifestaciones en todo el país
Después de cuatro días sin luz, Venezuela se asoma a un abismo. El apagón que se inició el pasado jueves ha profundizado la aguda inestabilidad política que sufre el país, y la crisis por la falta de electricidad ha puesto en evidencia su ingobernabilidad. Nicolás Maduro y su Gobierno han insistido desde un primer momento en que la falla en la central de Guri se debe a un sabotaje informático dirigido desde Estados Unidos e instigado por la oposición. No obstante, no ha mostrado pruebas del supuesto ataque, pese a que ha prometido que las presentará ante la ONU.
EL DATO El Parlamento decretó ayer suspender el suministro de petróleo a Cuba, argumentando la “calamitosa situación” que representa el apagón.
A la ineficiencia del sector se añadió la incapacidad de las autoridades venezolanas para restablecer el suministro. El sucesor de Hugo Chávez aseguró este domingo que están haciendo “grandes esfuerzos” para volver a la normalidad y dio instrucciones para que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) repartan agua potable y alimentos.
El presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, criticó que Maduro no haya aparecido en público más que una vez desde que comenzó la crisis. Guaidó sugirió que el Gobierno debía permitir la cooperación internacional para solucionar el problema energético, pero no tiene con quién hablar “porque cada vez está más aislado”.
La mayoría opositora del Parlamento de Venezuela, a pedido de Guaidó, declaró el estado de “alarma” en el país.
“Se declara el estado de alarma (...) en todo el territorio nacional, debido a la calamidad pública generada por la interrupción sostenida del suministro eléctrico”, señala el decreto propuesto por Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de cincuenta naciones.
Con el decreto de estado de alarma, vigente por 30 días y que podrá ser prorrogado por el mismo tiempo, Guaidó pidió “cooperación internacional” para superar la crisis eléctrica y ordenó a la decena de representantes diplomáticos que ha nombrado en el exterior coordinar el apoyo internacional.
Además, insta a los militares y los cuerpos de seguridad “abstenerse de impedir u obstaculizar” las protestas por los apagones. Durante el debate, Guaidó convocó para hoy a manifestaciones en toda la nación.
Desde el jueves, Venezuela está paralizada por un apagón en Caracas y 22 de los 23 estados. El servicio, intermitentemente, se ha recuperado en zonas de la capital y otras regiones. Los prolongados cortes de luz han ahondado la crisis social y sanitaria que azota al país. Al menos 17 personas fallecieron en los hospitales. “Quince de ellos en Maturín, pero producto de la falta de comunicación no hemos podido monitorear 17 de los 40 hospitales que normalmente se monitorean”, aseguró Guaidó, que compareció junto a los vicepresidentes de la Asamblea Stalin González y Édgar Zambrano y dos técnicos, el médico Julio Castro y el ingeniero José María de Viana.
El político también hizo una estimación aproximada del impacto de la crisis eléctrica en el sector privado. Las pérdidas alcanzan de momento, según los informes de los que dispone la oposición, al menos 400 millones de dólares, sin contar las repercusiones en la industria petrolera, principal fuente de ingresos del país.
El Parlamento lleva desde el pasado 23 de enero tratando de demostrar que puede construir una institucionalidad paralela al aparato chavista. En este contexto, Guaidó avanzó que hay una propuesta de inversión de 1.500 millones de dólares procedentes de organismos multilaterales y afirmó que está en contacto con una empresa alemana que podría apoyar a la red eléctrica venezolana. Sin embargo, las medidas adoptadas hasta ahora chocan con los engranajes del Estado, controlados por Nicolás Maduro y su entorno.
Mientras tanto, miles de personas buscan la manera de no perder los alimentos que guardaban en sus casas: bien cocinándolos o comprando bolsas de hielo que los pudiesen mantener fríos por unas horas más, a la espera de que la luz volviese a sus hogares.
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