La autopista más libre
Hace 30 años, un esforzado físico inglés mejoraba la tecnología que dos colegas norteamericanos habían inventado para transmitir datos a través de redes. El 12 de marzo de 1989, Tim Bernes-lee proponía en Ginebra su idea de hipertexto global que se transformaría en lo que hoy llamamos internet: la Worl Wide Web.
El invento modificó rotunda y vertiginosamente la vida en el planeta. Al Gore, exvicepresidente de EE. UU., fue la primera figura que avizoró su fuerza arrolladora y desde el principio abogó por liberarla de controles, peor “si provienen de corporaciones y gobiernos”. Esa autopista de la información, como él llamó a internet, aupó otros inventos, tan veloces y dramáticos que la humanidad dio un salto de siglos en solo 30 años.
Por entonces había 100 mil computadores, hoy los dispositivos conectados a internet superan los 22 mil millones, tres veces la población mundial. El número de teléfonos inteligentes, otro de los inventos que disparó la web, supera los 5 mil millones. Y desde ellos se gobierna la vida. Hoy las rutinas, protocolos y conductas de hace 30 años son diametralmente distintas. Nos comunicamos al instante y nos vemos en tiempo real aunque estemos en sitios tan lejanos como Atlanta, Lisboa o Katmandú. Escuchamos música sin discos, compramos sin estar allí, pagamos cuentas sin hacer cola, nos enamoramos sin siquiera tocarnos.
Pedimos comida, tomamos taxi, decidimos qué es noticia,
“... El lobo ya no se come a Caperucita: la salva un mensaje que recibe por Whatsapp...”.
elegimos sitio para vacacionar o comer, estudiamos, somos localizados… todo de un modo distinto. Ya no tenemos que preguntar por dónde se llega a Roma: la cortesía es de Googlemaps. El lobo ya no se come a Caperucita: la salva un mensaje que recibe por Whatsapp.
Nuestro acceso al saber cambió; la forma de comunicarnos en todas las áreas, también. Ese escenario, ese “espacio abierto, libre y sin permiso”, como lo llama su fundador, hay que defenderlo de cualquier intento de control que impida su mejora y crecimiento. O que busque censurar la circulación de conocimiento e ideas. Porque internet no es solo una autopista infinita de información: es la cédula de identidad del ciudadano universal.