Feligreses encienden su fervor
Hay quienes prefieren seguir usando las velas. Óscar Bermeo piensa que las velas son irreemplazables. Los focos se encienden por tiempo determinado de acuerdo a tarifas fijadas. Los vendedores de velas temen que sus ventas se reduzcan con la nueva estrategia. 82 años, se pasaba una vela blanca por su cuerpo con su mano derecha. En voz baja pedía a Dios las bendiciones. “Aprendí en mi niñez. Soy católico y pasarme la vela es un acto de fe que ningún aparato podrá reemplazar”, adujo Bermeo. Lidia Rivera argumenta que la magia de los colores de las velas forma parte de la tradición y espiritualidad. Ella ingresó a la iglesia con cinco velas de color azul, “para pedir a Dios por la salud de mi esposo, mis tres hijos y yo”. Su costumbre no la cambiará.
Para el padre Joffre Astudillo, secretario de comunicación de la Curia de Cuenca, el reemplazo de las velas no es obligatorio ni tampoco está reglamentado. “Como Iglesia debemos estar pendientes de la tecnología, más aún cuando se trata de seguridad de las estructuras patrimoniales. Las iglesias de Europa ya tienen estos sistemas”, refiere.
Es la intencionalidad del fe- ligrés lo que vale, no es tanto la vela encendida o el fuego. Es simplemente un acto de fe y devoción. El sacerdote explica que para actos especiales o fiestas religiosas dentro de las iglesias, se mantendrá el uso de los candelabros.
Eliecer Cárdenas, cronista cuencano, opina que la idea de reemplazar a los candelabros con focos es dividida. Por un lado, la tradición no es solo en Ecuador. Incluso los israelitas y los judíos utilizan velas en sus ceremonias.
Lo uno no quita lo otro, prevalece más la seguridad de los templos, reflexiona. “Una vela podría provocar incendios. Y si consideramos el material de nuestras iglesias, la propuesta del cambio de candelabros con focos es bienvenida”, refirió Cárdenas.