Llámale ahorita
La filtración del audio Cabezas-romo es lo más cercano a la representación del eterno retorno. Al final, pareciera que no importa quién. Lo que importa es el papel que tocó representar. Y cuando digo “tocó” es porque nuestros políticos obedecen a fuerzas externas a ellos. ¿Correístas que ahora piden fiscalización? ¿Los mismos que -cuando eran mayoría- bloqueaban y protegían lo indefendible? Sí. Ahora que están del otro lado del tablero, tocó. A estas alturas acusar de doble moralidad o sorprendernos de la ironía es políticamente ingenuo e inútil. Aprovecharse de esta circunstancia es lo que cualquier partido que no está en el poder haría. En ese lado de la cancha tenemos al PSC y CREO. Empecemos por la 6. Si algo caracteriza a esta lista es que cae de pie. Ponerla contra la espada y la pared es difícil. Ahí está un audio que demuestra lo que era un secreto a voces. La complicidad, la alianza entre Carondelet y el Municipio. El partido de León, el que se construyó desde la narrativa de “que nada lo achicaba”. De repente sale en los audios, aparentemente mangoneado. Llamarlos a poner orden. Recordarles cómo deben votar. Y sin embargo, de pie. Su voto fue afirmativo: que inicie la cacería. Con eso aclararon a la ciudadanía de qué lado de la historia están. Que por más que tengan amigos en Quito, nadie les dice cómo votar. ¿Por qué se arriesgaron (tanto)? ¿Por qué poner en peligro la buena relación, detrás de cámaras, con el Gobierno central? Porque fue un evento cercano, mucho, al 24 de marzo. Y porque por ahí podría golpear a su competidor. La 21. Por más que exista un video donde los mencionen, si la investigación no pasó no fue por sus votos sino por las abstenciones de los otros. Y así nos lo hicieron saber. ¿De qué le sirve al presidente de CREO acusar a la 6 de “cogobernar con AP” si su bancada se abstuvo? Para que lo señalen como a quien “ni en su casa le obedecen y viene a criticar”. Por segunda ocasión Guillermo Lasso ha tenido que mostrarse en desacuerdo con sus asambleístas, disculparse y llamarlos al orden. La primera: un hecho histórico de honestidad política. La segunda: ¿de nuevo con esta historia? A ellos sí: llámale ahorita.