Bono a huérfanos por femicidio
El pasado 8 de marzo para celebrar el Día Universal de la Mujer, en las principales avenidas del centro de Guayaquil desfilaron decenas de mujeres con banderas multicolores y luciendo en sus cuellos los pañuelos verdes de las organizaciones feministas, que coreaban consignas reclamando respeto, igualdad de derechos y oportunidades, equidad, voz, libertad, y sobre todo: “Queremos estar vivas, no queremos más maltrato”. En la av. 9 de Octubre se fueron sumando las desfilantes hasta llegar a la plaza de la Administración, tomándosela simbólicamente al colocarle un cartel con el nombre de Bertha Ferrín, activista que había luchado porque mejoren las condiciones de hombres y mujeres en la ciudad y había organizado el Guasmo y el barrio Cuba, según recoge este diario en un reportaje del acontecimiento.
En honor a la fecha, el presidente Lenín Moreno, el mismo 8 de marzo suscribió un decreto ejecutivo creando un bono en beneficio de los hijos menores de las víctimas de femicidio. “El fin del bono es contribuir a la reparación y la reconstrucción de sus vidas en el ámbito familiar y social, garantizando el ejercicio de sus derechos”, habría explicado el mandatario, aumentando este bono a los de Desarrollo Humano Joaquín Gallegos Lara (para personas con discapacidad) y la pensión para personas de tercera edad en estado de pobreza extrema. Los beneficiarios del bono recién creado deben estar en el registro social con “situación de pobreza”. Se considera una tabla que va de 1 a 3 hijos o más, y un porcentaje en razón del salario mínimo unificado, siendo el bono más bajo $ 110,79.
La “compensación” por el daño causado es una antigua institución germana, que corre a cargo del ofensor (del “femicida”). Si bien es verdad que en la mayoría de casos es probable que el hechor pueda estar catalogado también como “en situación de pobreza”, debería ser condenado a pagar una suma igual al bono creado, automáticamente y como parte de la pena impuesta por el delito, sean o no sus hijos los que quedan en orfandad por la muerte de su madre. No son pocas las veces en que precisamente el reclamo de pago de pensiones alimenticias para sus hijos haya desembocado en el asesinato de la madre reclamante.