Siempre al borde
Que no se debe votar nulo, pues si gana, habrá que repetir elecciones con los mismos candidatos. Que sí se debe anular porque así se expresa el repudio a un ente que debe desaparecer. Que si gana el nulo se favorece al correísmo porque se reduce el universo de votos válidos, y como su líder sí ha hecho intensa campaña por sus coidearios tiene asegurado un electorado cautivo. Entre estas y más posturas se debaten los ecuatorianos a escasos días de ejercer el voto, que es obligatorio y que afectará el destino del país en forma determinante, pues el Cpccs tiene la atribución de nombrar a la plana mayor de las autoridades de control.
Los trabajadores preguntan a sus jefes cómo votarán para tener una guía. También las empleadas domésticas en los hogares. Los chats se desbordan con “la última lista que ha llegado y que es confiable”, pero que a los pocos minutos es reemplazada por otra de mayor credibilidad o por el mensaje de un referente de opinión incuestionable. El desconcierto es terrible. Pero al final de las conversaciones va quedando claro que nadie cree en las instituciones ni en los políticos. Que la percepción común es que cada cual actúa según sus propios intereses. Que estamos en manos del azar porque “la gente no tiene idea de cómo votar” o cuál es la función del Cpccs.
Un pronunciamiento claro del CNE sobre cómo se contabilizarán los votos nulos y la consideración que se les dará respecto a los votos válidos despejaría dudas y permitiría decidir asumiendo riesgos y con convicción. Pero muy aparte de ello, deberíamos analizar qué pasa con nuestro país, que siempre está al borde del abismo. Esta incertidumbre pudo haberse evitado cuando el presidente Moreno planteó la pregunta relativa al Cpccs para la consulta de febrero de 2018, si una ciudadanía responsable y con visión a largo plazo se hubiese manifestado por la eliminación del organismo y no porque solo se cambie la forma de elegir a sus miembros. En Ecuador se toman decisiones en la inmediatez, para salir rápido de un obstáculo, en lugar de solucionar los problemas a fondo y con coherencia. Estamos en la línea que separa al barranco del piso firme y vamos a dar un paso en total oscuridad.