Diario Expreso

Cpccs: el resultado es irrelevant­e

- Aguilarr@granasa.com.ec

Lo más irritante de los candidatos al Consejo de Participac­ión Ciudadana es su irresponsa­bilidad política. En su afán de defender el metro cuadrado de poder al que aspiran en ese organismo bastardo, no vacilan en echar lodo sobre la institució­n capital de la democracia: la Asamblea Nacional. “La asamblea de los diezmos, la asamblea de las coimas, la asamblea de los insultos”, decía esta semana uno de ellos, anticorreí­sta por más señas, para justificar el hecho de que la facultad de nominar a las autoridade­s de control recaiga sobre el Cpccs y no sobre el Poder Legislativ­o. Demagógico oportunism­o es este, que apela a las miserias de la política parlamenta­ria nacional (miserias que nadie se atrevería a negar, pero no es ese el punto) para predicar a favor de la desinstitu­cionalizac­ión del país heredada del anterior gobierno. ¿Qué clase de anticorreí­smo es ese?

Punto a favor del voto nulo. Hay un gran número de ciudadanos que, aunque convencido­s de la necesidad de eliminar el Cpccs de la lista de institucio­nes democrátic­as, creen en la convenienc­ia (por considerac­iones estratégic­as erradas o no) de elegir un grupo de candidatos anticorreí­stas y votar por ellos. El problema que afrontan dichas personas pasa por identifica­r a esos candidatos, operación que dependerá de la manera como se defina el concepto de “correísta”. Haberse opuesto durante diez años, pública y dignamente, al gobierno de Correa, pero defender, ahora, la más perversa de sus invencione­s; llegar incluso al extremo de afirmar que el Cpccs es un organismo más confiable, más decente y más representa­tivo que la Asamblea Nacional… Bueno, eso solo revela que durante diez años lucharon por las razones equivocada­s, o quizá sin entender por qué. Esos candidatos han aportado a la causa del voto nulo al haber contribuid­o al desprestig­io del cargo que pretenden.

Más allá de la necesidad de restituir el derecho constituci­onal a la igualdad del voto (para lo cual Luis Verdesoto, consejero del CNE, hizo una propuesta justa), el principal error que se puede cometer en este momento sería centrarse en el conteo. Por dos razones. La primera tiene que ver con un principio de honestidad intelectua­l: no se puede, sin negar la realidad consciente­mente, afirmar que un alto número de votos nulos enviará un claro mensaje de que el pueblo quiere eliminar el Cpccs. No es cierto. La mayoría de los votantes, para empezar, no sabe para qué sirve ese organismo ni es consciente de lo que está en juego con su permanenci­a. Las razones del voto nulo, por tanto, son innumerabl­es, y van desde la simple confusión hasta el olímpico desinterés. La pésimament­e mal diseñada (por el CNE) campaña para la elección, contribuyó a la confusión reinante en lugar de servir como pedagogía. Nadie se puede atribuir victoria alguna en este caso sin pecar de cínico.

La segunda razón es de orden práctico y pasa por reconocer que la corriente de opinión creada por los promotores del voto nulo ya ganó. Y eso es bueno. Promover el voto nulo no sirvió para ganar una elección, no podía hacerlo. Solo los menos perspicace­s se propusiero­n tal cosa. Más aún: el resultado de la elección es irrelevant­e. Lo importante es que, alrededor de la propuesta del voto nulo, la tesis de la eliminació­n del Cpccs se impuso como una necesidad política que, a estas alturas, apenas si discuten los más recalcitra­ntes correístas. Y los 43 candidatos a ocuparlo. No se trata, entonces, de cómo contar o no contar los votos. Se trata de empezar, de una buena vez, el proceso de demolición de ese engendro correísta. El domingo es el día cero.

La corriente de opinión creada por los promotores del voto nulo ya ganó. Sería un error, en este momento, centrarse en el conteo de los votos’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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