Enseñanza y experiencia
floresj@granasa.com.ec esde que tiene uso de razón, Ernesto Pico vio como referentes a Rafael Nadal y Novak Djokovic. Con 13 años, siempre los tuvo como “seres inalcanzables”, hasta ayer, cuando empezó a bolear con Toni Nadal, el mentor y exentrenador del primero de ellos, el actual número 2 del mundo.
Para el pequeño manabita fue un sueño. Le temblaban las piernas y le sudaban las manos; incluso a ratos pensó en no reaccionar. A escasos 10 metros tenía al responsable de formar a quien ganó cuatro títulos de Copa Davis, una medalla de oro en Juegos Olímpicos (Pekín 2008) y 17 Grand Slams, quien le decía que le pegue fuerte y con todo el peso de su cuerpo a la bola. “Es una sensación indescriptible. Que un profesional de su talla se dé tiempo para hablarnos y enseñarnos es algo de otro mundo”, repetía Pico, todavía con la voz entrecortada por los nervios.
El Tío Toni estuvo en Guayaquil por 48 horas, tiempo en el que dejó un cargamento de sapiencia, técnicas y experiencias.
DGUAYAQUIL Empezó la mañana de ayer con una clínica en la sede del Guayaquil Tenis Club, en el centro de la urbe, a la que acudieron más de un centenar de asistentes entre deportistas, entrenadores y padres de familia; y tenía previsto cerrar su agenda en la noche, en el Teatro Sánchez Aguilar, con la charla ‘El valor del esfuerzo para multiplicar el talento’.
De trato afable y sin poses, Nadal, hoy de 58 años, dista mucho de la imagen de ‘superestrella’ que pueda atribuírsele al ser considerado uno de los entrenadores de tenis más laureados de toda la historia. Se tomó fotos y dio autógrafos a quienes se lo pedían. Incluso se dio tiempo para saludar y compartir recuerdos con figuras del tenis ecuatoriano retiradas, como Nicolás Lapentti Gómez, Raúl Viver y Andrés Gómez, con quien departió por más de 20 minutos.
Ya en la clínica, el Tío Toni empezó de entrada con la parte técnica. Hizo formar en dos columnas a los asistentes, que iban desde los 6 años hasta más de 16. La instrucción era realizar dos lanzamientos por persona. Él a su vez observó y corrigió una a una las fallas y dio pautas para mejorarlas.
Explicó con lenguaje muy didáctico desde cómo pararse en la cancha hasta el control de la pelota, el movimiento de los pies y sus ajustes, cómo pegarle a la bola, la postura de las manos y el trayecto de la raqueta. Inmediatamente siguió la etapa de los ejercicios, que incluso realizó Rafael cuando quería ganar Roland Garros.
“Aunque no lo crean, Rafael poco trabajo físico hizo. Sin embargo, cuando lo hacía se exigía al máximo”, acotó. Inmediatamente le sobrevino la etapa de las preguntas, donde tuvieron voz los entrenadores. Para ellos, el español dejó vivencias y filosofías para toda la vida, con las que bien podrán escribir un libro.
“Muchas veces se dice que los tenistas (jóvenes) deben jugar para divertirse y eso no es importante. Si un jugador quiere llegar a ser grande, debe aprender. Esa es la base”. “Cuando a Rafael le iba bien era cuando más lo apretaba (exigía); cuando le iba mal le daba más espacio para que se recupere”. “Para trascender, el deportista debe tener compromiso. Debe respetarse, saber que hay viajes, horas de entrenamiento y mucho esfuerzo de por medio”. “Los puntos ganados deben asimilarse igual que un punto perdido, ambos son temporales, ambos enseñan”. “Entrené a Rafael con preguntas: ¿por qué eres malo, ¿en qué te equivocaste?, ¿por qué perdiste?; para que él mismo se defienda, que tenga las respuestas a lo que hacía mal”. “Cada vez que puedan, golpeen la pelota lo mejor posible. Solo exigiéndose a sí mismos podrán tener una marca que los hará diferentes”, fueron las frases que más impacto causaron. Y vaya que Toni sabe lo que dice.
Que un entrenador reconocido a nivel mundial nos haya impartido sus conocimientos nos motiva mucho a seguir en el deporte y a no desmayar con nuestras aspiraciones.