Kazajistán llama Nursultán a su capital
La extravagante y fría Astaná es la creación del ahora expresidente
La imagen del ahora expresidente Nursultán Nazarbáyev ocupa un lugar de honor en todos los espacios públicos de Kazajistán, el país que ha gobernado durante tres décadas. Una de sus huellas, dorada, adorna el monumento Árbol de la vida, como si de una deidad se tratase --de hecho, muchos ciudadanos la tocan al pasar, se dice que da suerte--. Ayer, un día después de su renuncia como presidente, Astaná, la capital de la mayor de las repúblicas de Asia Central, se rebautizó en su honor. Ahora se llama Nursultán.
El trámite solo llevó unas horas. Nazarbáyev “seguirá siendo el único padre del pueblo”, determinó el saliente presidente de la Cámara Alta, Kassym-jomart Tokáyev, antes de jurar ayer el cargo como presidente interino de Kazajistán.
Astaná fue designada capital por Nazarbáyev en 1997, en vez de Almaty. Hasta entonces era solo un remoto puesto de avanzada de la URSS. Un terreno conocido básicamente por albergar una de las prisiones Gulag de Stalin; y de las peores, debido a su clima. De ahí que se llamase Akmola, es decir ‘tumba blanca’.
La extrema ciudad, considerada la segunda capital más fría del mundo -con menos 40 grados en invierno- después de Ulán Bator (Mongolia), es la creación del expresidente kazajo, de 78 años, elegido cinco veces gracias a maniobras legislativas. Nazarbáyev pensó que Kazajistán, rico en recursos minerales y petróleo, necesitaba una capital merecedora. Y reclutó a arquitectos famosos, como Norman Foster.
Así, la capital kazaja se ha convertido en una aglomeración de acero, vidrio y oro que brota de manera quimérica en plena estepa. Es una de las ciudades más extravagantes del mundo, con sus rascacielos futuristas y su oferta de ocio bajo techo. Es un importante centro de negocios y se la conoce como la ‘Dubái del Norte’.