Diario Expreso

La aventura en el desierto argentino del niño Benjamín

San Juan soporta unas temperatur­as extremas y abundan las alimañas

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Benjamín Sánchez tiene cinco años y es hiperactiv­o. Le gusta huir de sus padres como un juego, hasta perderlos de vista. El domingo por la tarde, aprovechó una merienda familiar al aire libre, cruzó un camino de tierra y se internó entre los arbustos que son la puerta de entrada al desierto en El Salado, una región inhóspita de la provincia de San Juan, al pie de los Andes. La madre lo llamó, pero Benjamín corrió mucho más rápido, entre risas. Hasta que se sintió perdido.

La vegetación lo ocultó de la mirada de sus padres y lo que pareció un incidente del momento pudo ser una tragedia. El niño estuvo perdido algo más de 22 horas en el desierto, hasta que lo encontraro­n en La Salina, a 21 kilómetros de sitio donde inició su travesura. “Terrorífic­a”, les dijo Benjamín a los periodista­s acerca de cómo fue su noche.

“Benjamín no toma dimensión de lo que pasó”, comentó Victoria, su hermana mayor, al canal TN. La desaparici­ón de Benjamín movilizó a unas 1.000 personas que se adentraron en el desierto a pie o en motos, cuatricicl­os, todoterren­os, bicicletas y caballos. Fueron finalmente dos lugareños que conocían muy bien la zona (baqueanos) en mula quienes dieron con el niño oculto bajo unos arbustos en una zona barrosa, intransita­ble para los vehículos a motor.

“Estaba durmiendo. Cuando nos vio, nos pidió agua y preguntó por su mamá. Lo abracé y le di un poquito de agua. Gritamos y llegaron todos. Tenía la carita llena de barro”, indicó Juan Reynoso, un rescatista, al canal Telesol.

El desierto sanjuanino es un lugar peligroso. De día se soportan temperatur­as de hasta 40 grados y por la noche el termómetro desciende a cero. Hay serpientes y alacranes, y escasea mucho el agua. Benjamín vestía mangas cortas y no llevaba ni siquiera sombrero.

A sus rescatista­s les contó que intentó tomar agua de un arroyo, “pero estaba muy sucia” y que comió “unos pastos” que no le gustaron. No recuerda si durmió, solo que caminó durante horas hacia “una luz” que creyó lo llevaría hacia su madre.

Cuando dejó el hospital junto a su madre, una médica, se lo vio contento entre cámaras de televisión. “Tengo una mamá y un papá, hermanos y primos y primas y dos tías y dos gatas y dos perros. Mañana hablamos”, dijo.

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Odisea. Benjamín con rescatista­s tras estar perdido 22 horas.

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