La vida en Galápagos, en riesgo por el monstruo del plástico
Solo en tres meses se han recogido ocho toneladas de basura
Armados apenas con guantes, guardaparques y voluntarios combaten al monstruo creado por el humano: toneladas de plástico degradado que las corrientes marinas empujan hasta el estómago de la fauna de las islas Galápagos, el paraíso que inspiró la teoría de la evolución.
Los desechos que se arrojan en las grandes ciudades llegan a Galápagos transformados en microplástico, quizá una de las mayores amenazas para las iguanas, tortugas, aves y peces que solo existen en el archipiélago. El microplástico “llega a formar parte de especies (de la cadena alimenticia) de las que posiblemente nosotros nos estemos alimentando a futuro”, explica la bióloga Jennifer Suárez, experta en ecosistemas marinos del Parque Nacional Galápagos (PNG).
La radiación solar y la salinidad del mar degradan botellas, bolsas, tapas, envases, redes de pesca. Este material, al contacto con rocas o por la fuerza del agua, se astilla y luego, las ingieren los animales.
Desde 1996 pescadores artesanales limpian las islas más alejadas, pero desde hace tres años se lleva un registro de desechos. “Eso nos sirve para identificar el origen de la basura que llega a las costas donde no hay población. Se ha identificado en los otros dos años de monitoreo que la mayor cantidad de marcas son peruanas y chinas”, explica Suárez. Aunque de momento no existe legislación, la idea es que de este censo se desprendan a futuro eventuales compensaciones ambientales. Este primer trimestre, se han recolectado ocho toneladas de basura contra 24,23 toneladas en todo 2018 y 6,47, en 2017.