Diario Expreso

“El aguatero hizo más plata que yo en la final del 2014”

- STÉFFANO DUEÑAS PAZMIÑO duenass@granasa.com.ec ■ GYE

Omar Ponce colgó el silbato por una lesión en el tendón de Aquiles, pero sigue ligado como instructor general del Arbitraje en el Ecuador. Su sueño era ser futbolista y jugar en Valdez SC, de hecho se catalogaba de esos defensores fuertes en la marca que entregaban la pelota al que jugaba bien, pero la vida lo llevó al referato, labor que lo llevó a trascender dentro y fuera del país. Se entusiasma por la nueva camada de árbitros y el trato que recibirán, pero le es imposible evitar la melancolía al saber que dejó de hacer lo que tanto le apasionaba: ser un referí. − ¿Por qué eligió ser árbitro? −Fue una casualidad, mi hermano era árbitro asistente de segunda categoría y estudiante de la facultad de Educación Física, me dijo para ir al curso, pero yo no tenía idea, yo jugaba fútbol, estaba en una empresa automotriz trabajando, las clases eran horribles, feas, era difícil. Pero de a poco le vas tomando amor, estuve en barriales y siempre terminaba mal, la gente te insultaba. Sentía que no era lo mío, pero cuando me di cuenta ya estaba en segunda categoría. − De barriales a la Serie A. −Mi primer partido como árbitro fue en el interbarri­al en un partido de mujeres que por mi culpa ganó el otro equipo, la pelota me pegó en la espalda y el otro perdió, me querían matar, pero la organizaci­ón no permitía que te insulten y eso ayudó a nuestra formación. De ahí en Primera fue en Portoviejo, la Capira vs. Liga de Loja y en Primera A fue Liga de Quito vs. Macará. − ¿El peor insulto que recibió en una cancha de fútbol? −Cuando empecé ya tenía entradas prominente­s y me tocó ser asistente. La tribuna me dijo todo el partido cabeza de rabo de mono (ríe), se burlaban de mi calvicie, no me insultaron ni a la madre. Eso sí me dolió. Me tocó cambiar el look. − ¿Qué jugador dirigió y lo hizo alucinar? −Indudablem­ente de los que me han tocado lo pongo al Kitu Díaz en su mejor momento, muy exquisito con la pelota, el mismo Piojo Manso. Cuando dirigí la Copa Euroameric­ana (Atlético de Madrid vs. Sporting Cristal) y vi a Diego Costa y a Courtois, me llamaron mucha la atención. − ¿Y el más complicado de arbitrar? −En mis inicios, Edwin Tenorio, Dios santo (suspira), ese era bravo con todo el mundo. Un partido de Barcelona en el Atahualpa él hace una falta o le hacen, yo ya había pitado, y en el piso él pegó. Y los expulsé a los dos. Hace todo el show para salir del campo, cuando se levanta para volver le dicen ‘ya te botaron’, tuvieron que cogerlo porque quería entrar a pegarme. Era un jíbaro (ríe). − ¿Cuál fue su primer Clásico? −En el Monumental, no recuerdo el año, pero fue difícil. Ellos sabían que debutaba en Clásicos y era patada por todos lados y era siga siga. En la previa estaba nervioso, tenso. Mi asistente me decía por qué no pitas, y yo decía no sé, que sigan jugando. Ahí nace el Omar Ponce del ‘siga siga’. − ¿Cómo vivió esa final de 2014? −Era mi primera final. Y decían que podía pitar la vuelta, pero tenía un monstruo al lado mío que era Carlitos Vera. Nervios porque la denominaba­n la final del siglo y era mi quinto Clásico. Tenía nervios, pero el desarrollo fue normal. Emelec estaba por encima de Barcelona en lo deportivo, pero el gol

de Blanco desató una locura en el estadio y le dije a los muchachos, ‘bueno, nos vamos a casa tranquilos’ (entre risas). Por esa final nos pagaron 50 dólares de viáticos, descontand­o el hotel, la movilizaci­ón, el aguatero hizo más plata que yo ese día (ríe). − ¿Intentaron persuadirl­o para arreglar algún partido? −Al inicio de mi carrera hubo cierta presión con mensajitos de teléfono que no conocía, y yo automática­mente avisaba a la comisión (de árbitros) y ellos se hacían cargo. De ahí llamadas nunca. Me llegaban mensajes de que era regionalis­ta, pero nada más. − ¿Algún error que no le permitió dormir? −Sí, muchos, al inicio pasa. Y al siguiente día hablas con tu instructor y se te ríe. No quería ni ver la televisión. Una vez en Sangolquí, Independie­nte vs. Liga de Quito y le anulé un gol a Liga y en la toma nunca se vio lo que yo pité, yo vi un empujón a un defensor de Independie­nte, pero en la toma se ve un cabezazo limpio, y ahí me aguantaron como tres fechas por anular ese gol. − ¿Existe la ley de la compensaci­ón? −Depende del árbitro. Puede ser que sí, sucede. − ¿Cómo se ganó el respeto de los jugadores? −Creo que los años me dieron eso. He tenido suerte de no tener tanta polémica, me he manejado con perfil bajo, converso mucho con los jugadores en la previa y tener esa empatía ayuda a entender al jugador. Es una persona común y corriente, con sentimient­os. Incluso, los que más pegan te

El Clásico del 5-0 en 2012 fue perfecto, no tuvimos errores. Las expulsione­s de Nasuti y Mondaini fueron justas. A SER EL MEJOR DEL PAÍS. En 2006 llegué a primera categoría y me tocó decidir entre la mecánica automotriz y el arbitraje.

dicen ‘Omar por qué yo, por qué siempre me botan a mí’. Ya cuando entiendes eso, le dices ‘tranquilo, yo no te voy a botar’, y resultaba. Porque había jugadores con una fama tremenda y me tocaba decirles ‘hermano, hasta aquí nomás pegaste, ya te dejé, ahora tú ayúdame’. Con los arqueros, que les gusta demorar el juego, ‘hermano, una es tuya y la otra es mía’. En una sacaba rápido y en la otra tardaba, esa es la de él. Son estrategia­s que con los años las haces tuya, quizá a otro no le sirva, pero a mí me funcionó. − ¿Es difícil ser árbitro? −Sí, al inicio sí, después depende, si hablamos como profesión dentro de la cancha es hermoso, pero a veces las consecuenc­ias están afuera. Pero yo he tenido una vida tranquila, la gente me pide fotos, voy a los bancos y no hago cola, el guardia me dice ‘ya Omar pase’ y en la cola están trompudos (ríe), siempre he tenido cosas buenas. En el supermerca­do, chicos que me tocan la espalda y me piden fotos, segurament­e voy a extrañarlo hasta que la efervescen­cia baje.

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