Capitulaciones
Preguntado que fui en un encuentro sobre el federalismo acerca de qué debemos hacer para conseguir el objetivo federalista, mi respuesta fue que debemos empezar por tomar conciencia de las capitulaciones que, a lo largo de la historia, permitieron que se consagre el centralismo. No surgió este por generación espontánea; tomo más bien una ruta aparentemente aleatoria pero con destino cierto y ha logrado que Guayaquil (caso que nos ocupa) orbite periféricamente alrededor del centro de control de una burocracia cuya finalidad es la represión de la libertad.
En mi tiempo de vida, Guayaquil pasó de construir sus propias carreteras y puentes a tener que pedir a un gobernante indiferente que agilite la construcción por parte de privados del Puente Sur. Guayaquil organizó la Autoridad Portuaria y construyó su propio puerto, para ser estos hoy gobernados a la distancia como consabidos negocios de gobierno cuyos ingresos forman parte de la Cuenta Única. La navegación aérea, originada en estas latitudes, fue sistemáticamente arrancada de Guayaquil a partir de los setenta en una estrategia concertada por la FAE (y su instrumento, TAME) y la DAC (forzando frecuencias) para manipular las estadísticas de tráfico. La salud de los guayaquileños fue atendida por la Junta de Beneficencia, por Solca, por LEA y por las legiones de damas voluntarias, pero
hoy su misma existencia está en riesgo frente a la incursión del Ministerio de Salud Pública y de un Código de Salud centralista que se pretende imponer. De tener empresa eléctrica y telefónica propias pasamos a depender de entes burocráticos sin noción de servicio, cuyas sedes están en la capital.
La provincia ha perdido territorio de a poco a mucho. Su representación en el Legislativo está muy por debajo de su peso demográfico y económico. No obstante ser el mayor contribuyente (una vez limpiados
Es innegable que entre los presidentes más centralistas hay gente que nació acá y que los burócratas locales son indistintos de los de cualquier otro lado’.
los números de las mañoserías contables que comprometen las estadísticas de aportes) la provincia recibe rentas menguadas pues su peso poblacional, el mayor del país, contaba hasta hace poco tan solo en un 5 % para la determinación de los aportes. El sistema educativo falla miserablemente cuando el gasto per cápita en Guayas es menos de la mitad que el de otras regiones y provincias; las becas de alto coturno tienen clientela escogida que para ser calificada no puede ser de acá.
Finalmente, cual pueblo vencido hemos permitido, hasta hace poco, que sea el centralismo el que escriba la historia, creando epopeyas de fábulas, menospreciando el pensamiento de Olmedo y Rocafuerte, y el significado del 9 de Octubre de 1820.
Es innegable que entre los presidentes más centralistas hay gente que nació acá y que los burócratas locales son indistintos de los de cualquier otro lado, pues el ejercicio del poder absoluto es embriagador y corrupto.
Si queremos trascender hacia el federalismo será necesario reconectar el cerebro y cambiar la manera de pensar. Es la batalla inteligente que requiere saber argumentar, entender los números de la discriminación y rechazarlos, forzar nuestra narrativa, rescatar nuestras instituciones, y armar la conciencia política para cambiar los rumbos del país en su tercer siglo.