Humo en las obras
Se han anunciado grandes proyectos como grandes quimeras. Guayaquil sueña con un gran puente y una vía que una en pocas horas a la capital. Pero soñar es gratis y construir, no. Se acabó el periodo de transición’.
Hubo que cambiar de Gobierno para que todo lo presumido perdiese el velo de majestuosidad y se viese el verdadero legado en obras y carreteras. En dos años, con una asfixiante escasez de fondos para mantenimiento y nuevas inversiones, es latente el mal estado de las vías. No hay ruta en el país que no esté atravesada por deslaves, huecos, deterioro y, en algunos casos puntuales, abandono total. Como en el puente ‘Salsipuedes’, recientemente aseado, pero aún a la espera de una intervención integral que garantice la seguridad de la circulación vehicular con una nueva infraestructura. Las deficiencias
viales afectan a las carreteras principales y a las secundarias. No hay distinción. Y a estas alturas de Gobierno, tras más de dos años de transición de la llamada “mesa servida”, no se puede solo mirar atrás en busca de responsables.
Se han anunciado grandes proyectos, como grandes quimeras. Guayaquil sueña con un gran puente, con una vía que una en pocas horas la capital costeña con la capital nacional. El país sueña con un tren que mueva a turistas, pero sobre todo, acelere, asegure y abarate el transporte de mercancías hacia el puerto de Manta. Soñar es gratis. Construir no. Y gestionar un país a punta de sueños que no se materializan, tampoco.