¡Guayaquil cosmopolita!
Con doctrina: sí, porque enarboló la bandera del humanismo, porque acogió las nuevas ideas liberales de la Revolución francesa, porque se convirtió en la ciudad caudilla del nuevo orden social, político y económico que imperaría en la nueva nación.
Libertadora: sí, porque su independencia fue aurora de la libertad hispanoamericana y porque liderando y junto a Balzar, Daule, Yaguachi, Cone, Milagro, Babahoyo, Samborondón y muchos otros cantones formó un gran ejército que junto al de los libertadores Bolívar y Sucre marcharon preparando el terreno para la Independencia Nacional y más adelante en las faldas del Pichincha entablar la batalla que liberaría a la ciudad de Quito.
Junín y Ayacucho inmortalizaron la inmolación guayaquileña.
Política: sí, porque a través de su pensamiento político sentó las bases
para el desarrollo del mercantilismo de la era fabril-industrial, de la agroexportación, de la instauración del laicismo de los derechos del nuevo ser social, todas estas conquistas sobre la base de sacrificios de revoluciones y movimientos exitosos como los del 9 de Octubre de 1820, la Revolución Marcista del 6 de marzo de 1845, la Revolución liberal acaudillada por Alfaro, la del 28 de Mayo de 1944, que ratificaron su condición de ciudad democrática.
Cosmopolita: sí, porque muchos huyeron del sistema caduco feudal-conservador y llegaron a la ciudad en busca de nuevos horizontes y esta les abrió sus puertas sin distingo de razas, credos, ni condición alguna, porque se fundió en ella un nuevo género humano nacional, de ahí que esta ciudad fraterna reciba el eslogan bien merecido: Guayaquil vive por ti...
Arq. Jaime Idrovo Casanova