INDEPENDIENTE, UNA AMBICIÓN QUE MIRA LEJOS
Independiente del Valle al manejar la iniciativa, el oponente reacciona y sus movimientos se vuelven limitados y predecibles hasta que muestra la grieta por donde pasa el gol. Tiene orden para alcanzar el equilibrio. Pase para desarmar al adversario. Jugadores complementarios que fijan la marca y abren al espacio. Dan importancia a la salida de pelota desde atrás, sin la cual es imposible construir juego de posición de manera simétrica. La altura de la línea defensiva está marcada por la ubicación del cuero: Shunke y León son indómitos. Recuperadores voraces y seriales. Gigantes por naturaleza. No esperan el error, lo fuerzan en atacantes rivales. Cubren la zona con estímulo. Landázuri y Segovia, laterales que reducen a los extremos, los neutralizan y arman conexiones ofensivas. Tienen el pase fácil. Afirman la defensa. Pellerano crea superioridad en la media cancha; utiliza el toque como instrumento para desorganizar al contrario, busca compañeros libres detrás de las líneas de presión. Al mediocentro se suma la intuición de los atacantes descolgados, que no van a buscar el balón, sino que confían en que él se los hará llegar en el momento oportuno. El fútbol de Independiente es una sucesión de jugadas, de elementos diversos. Tiene estructura sostenida. Pellerano disfruta haciendo jugar al equipo. Todos lo buscan. Él sabe en qué lugar del campo acelerar, frenar, con conocimiento absoluto. Cuando no está hay sensación de desolación. Influye en el sincronismo y en el resultado. Su última proeza fue para eliminar a Independiente de Avellaneda: puso un balón largo y sorpresivo para Sánchez, luego Nieto le prendió fuego al arco argentino. La pelota entró llorando para alargar el camino de la leyenda.