Los argentinos encienden las alarmas de otra crisis terminal
El derrumbe del peso activa las estrategias de una población en crisis
Los argentinos sienten en la piel la inminencia de una gran crisis. Es una sensación casi imperceptible, un malestar que recorre todo el cuerpo e insinúa que algo no anda bien tras la calma de un día cualquiera. El malestar crece poco a poco hasta que se transforma en preocupación y luego en angustia. La realidad, finalmente, termina dándoles la razón. Esta vez llevan tiempo con la piel erizada, atentos a una nueva debacle. En las calles de Buenos Aires se respira crisis.
Las elecciones primarias del domingo, que dieron un abrumador triunfo al kirchnerista Alberto Fernández por encima del liberal Mauricio Macri, consumaron los peores augurios. El peso se desplomó casi 30 % desde el lunes y la bolsa perdió en una sola jornada el 38 % de su valor, la segunda mayor caída en la historia de los mercados. El bloqueo político entre un presidente sin poder y un ganador que debe convalidar su título en octubre complica más las cosas. ¿Qué hacen los argentinos ante la catástrofe? Lo de siempre: aguantar.
Puede elegirse como punto de partida el mes de mayo del año pasado, cuando el presidente Macri
anunció el inicio de una negociación con el Fondo Monetario Internacional. Macri presentó como una bendición que el resto del mundo confiaba tanto en su Gobierno que estaba dispuesto a prestarle dinero. Finalmente, fueron 57.000 millones de dólares, un récord sin precedentes. Con la vuelta al Fondo, los recuerdos de las peores crisis arruinaron el sueño de los argentinos, que desde entonces se prepararon para lo peor. Y lo peor sucedió. El deterioro fue veloz. A principios de mayo se necesitaban 21 pesos para comprar un dólar. En octubre ya eran 41. Y este miércoles, 63. Una cadena de Whatsapp que circuló entre votantes kirchneristas pedía no participar en protestas como las que en diciembre de 2001 terminaron con el Gobierno de Fernando de la Rúa.