¡Cuándo! ¿Política educativa?
No, no han triunfado en grandes gestas deportivas porque aún no tienen la edad. No han corrido marchas ni grandes distancias con zapatos rotos porque aún tienen solo neuronas listas y dispuestas para interconectarse generando así las deseables sinapsis; pero como aquellos, los deportistas, los párvulos del Ecuador reclaman atención, estímulo y amparo.
Y es que desde la vuelta a la democracia, nada se ha hecho para generar una política educativa. Algo han intentado hacer ministros aquí y allá, unos reformando el currículo, otros, construyendo edificios, otros simplemente cambiando por cambiar, pero todo ha quedado como el sueño trunco de alguien, ya que el Estado como tal, jamás ha generado un verdadero
interés político por la educación.
Está bien que se exoneren los zapatos deportivos de impuestos, nuestros atletas lo merecen. Pero no está bien, por ejemplo, que los instrumentos didácticos con que se trabaja en el jardín de infantes al ser considerados “juguetería” tengan tan alto castigo impositivo como lo tienen la tecnología, la electrónica, y todo cualquier artefacto que se use en educación para enseñar y aprender.
La hotelería goza de exoneraciones y está bien, la transportación pública y los taxistas tienen exoneraciones y está bien, la educación no cuenta ni tiene ninguna y está mal. Está mal porque habla de lo poco que en nuestro país se piensa a futuro. Importa apagar el incendio, callar el reclamo, tranquilizar a jubilados; no importa la educación en el largo plazo y a nadie se le ocurre que sin un pueblo educado será imposible salvar calamidades y corregir rumbos. ¿Dónde las miradas del presidente, del vice y de los ministros de Estado, que acaso entre absortas, incrédulas y sorprendidas se quedan hoy solo en la inmediatez, en el aquí y ahora?
Es tiempo de mirar al Ecuador que queremos construir, que queremos edificar para hijos y nietos, que queremos ver trascender a lo largo de la historia.
Generemos políticas educativas que impliquen exoneraciones, exenciones y estímulos para que la escuela pública y la privada cumplan sus cometidos.
Generemos políticas educativas que impliquen exoneraciones, exenciones y estímulos’.