Educación cívica y vial
Llevo 14 años siendo testigo directo del cambio de Guayaquil y en concreto de Samborondón.
Testigo de cómo ha ido evolucionando la ciudad, de su desarrollo y crecimiento con el objetivo de modernizarse.
He visto cómo se han ampliado las ofertas y las opciones de ocio, restauración y servicios, así como las carreteras, paraderos de autobús, puentes y pasos a desnivel.
Por suerte, el tiempo en el que me jugaba la vida haciendo deporte corriendo por Samborondón ha quedado atrás gracias a los carriles que han habilitado para peatones y ciclistas, uno de los grandes avances en los últimos tiempos, desde mi humilde opinión.
Pero lamentablemente, siempre hay una parte negativa para todo.
No falta “el más listo de todos”, el que no respeta, el que se cree por encima del resto y con derecho a hacer lo que no hacen los demás por respeto, y decide que se puede meter en moto por el carril reservado para peatones y ciclistas.
O el que inventa un quinto carril en una carretera donde oficialmente solo hay cuatro.
O el conductor de autobús que se sabe conocedor de su poder por el tamaño del vehículo que conduce e intenta meterse por huecos físicamente imposibles, lanzando de manera indiscriminada todo su poder contra aquel a quien se le ocurra cruzarse por su camino.
También se corre el riesgo de sufrir un accidente mientras
se esquiva lo que ha tirado por la ventana el del carro de delante (¿la gente tirará en sus casas la basura en cualquier lado? Yo me imagino que no, y por eso me cuesta más entender por qué lo hacen fuera de sus casas…).
Y cuando ocurren este tipo de situaciones, yo me pregunto: ¿dónde queda el sentido cívico, vial y el respeto por los demás?
Una vez más, la falta de educación se hace protagonista.
Si el crecimiento y el desarrollo de una ciudad no van acompañados de la evolución y el cambio de sus ciudadanos estamos dando dos pasos para adelante y uno para atrás.
En España hay una frase que definiría un poco lo que trato de decir: “quítate tú para ponerme yo” y ese el origen del problema.
Cuando no pensamos en nada más que en lo que nos interesa a nosotros y en nuestro propio beneficio rompemos el ciclo natural de la evolución, impidiendo el crecimiento y el desarrollo, condenando a nuestro entorno a no prosperar.
Desde estas breves líneas invito a todos a que trabajemos en fortalecer una cultura de respeto por el prójimo, para mejorar y progresar como individuos y como sociedad, evitando el caos y procurando una buena convivencia, que sea reflejo de una ciudad dinámica y moderna.
...si el crecimiento y el desarrollo de una ciudad no van acompañados de la evolución y el cambio de sus ciudadanos, estamos dando dos pasos para adelante y uno para atrás’.