Diario Expreso

“No le perdono a nadie que muera gente sufriendo”

Ángel Hernández pide que aprueben la eutanasia. Ayudó a morir a su mujer

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Ángel Hernández vive rodeado por la ausencia de su esposa María José Carrasco. Hace seis meses (3 de abril de 2019) le dio a beber ante la cámara el pentotal sódico que la mató a los 61 años y acabó con una existencia aherrojada por la esclerosis múltiple.

Inculpándo­se y difundiend­o el video, marcó un hito en la lucha por el derecho a la eutanasia. Ahora su mujer le mira enmarcada desde su juventud, una secretaria judicial inteligent­e y cultivada, porque él le hizo todas las fotos que pudo; permanece en el hueco del sillón rojo en el que malvivía, en los textos escritos ya con rasgos imprecisos y en los dibujos que se tornaron abstractos; ronda las paredes forradas de películas que él le contaba (había perdido la vista) cuando su mundo era poco más que esta casa de un barrio arbolado de Madrid.

Este texto se elaboró a partir de una conversaci­ón mantenida antes de que la falta de acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos abocase a nuevas elecciones. También es el relato de una pelea por un nuevo derecho, varado con el abrupto fin de la legislatur­a.

“Con una ley de eutanasia, ella habría muerto con menos dolor, porque se tuvo que tomar un veneno y aunque todo ocurrió rápido, 11 minutos, y se durmió antes de que pasara, hubo momentos desagradab­les. Habría sido más efectivo y menos doloroso para ella, e incluso se le habría podido aplicar antes de que yo lo hiciera. Y para mí significar­ía no tener que estar enjuiciado por algo que ella me pidió y que yo me había comprometi­do a hacer hace bastantes años si la eutanasia y el suicidio asistido no estaban legalizado­s. Pero si lo hubiera hecho un médico, la duermen y no sufre y tampoco sufre la persona que está con ella”.

“Asistí el 25 de junio al pleno de investidur­a. En el Congreso no me conocía nadie. Es extraño porque voy por la calle o en el metro y me reconoce todo el mundo. Una de las razones por las que doy la cara es para que se despenalic­e la eutanasia. Estoy cansado mentalment­e, pero no puedo parar. No le voy a perdonar a nadie que se dilate el tiempo y que haya muerto mucha gente sufriendo. Mi límite es este año, para que haya un Gobierno y se tramite la ley. ¿Y si gana el triunvirat­o de derechas? Se acabó la eutanasia. Yo me bajo. Vendería lo poco que tengo y me iría del país”.

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Madrid. Ángel Hernández y su esposa, fotografia­dos en octubre de 2018.

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