Un material sujeto a la innovación
LA NUEVA GUERRA PARA SER MÁS SOSTENIBLES
El plástico es el nuevo enemigo de las empresas. En poco más de 50 años, según las Naciones Unidas, el uso de plástico en todos los ámbitos de la vida humana ha aumentado exponencialmente y todas las industrias lo usan para crear sus productos: desde el sector del transporte hasta la industria textil, la construcción y por supuesto, los embalajes de la comida de supermercados y restaurantes.
A escala global, las firmas buscan reducir su uso para reducir su impacto en el ambiente. Por ejemplo, cadenas de comida han buscado cambiar los envases en los que sirven sus productos a sus clientes.
La Naciones Unidas detalla que se estima que la producción de plástico crezca 40 % en la próxima década, con compañías de combustibles fósiles invirtiendo miles de millones de dólares en nuevas industrias de fabricación de plástico en Estados Unidos.
Sin embargo, la esperanza es que esta nueva realidad pueda generar innovación y oportunidades. Ya muchas firmas, grandes y pequeñas, están haciendo cambios.
Por ejemplo, en abril del año pasado, el gigante suizo de alimentos Nestlé se comprometió a que sus empaques plásticos serían 100 % reciclables o reusables para 2025. La firma quiere fomentar el uso de plásticos que permitan mejores tasas de reciclaje y eliminen o cambien las combinaciones complejas que dificultan el reciclaje.
Unilever también se ha comprometido a garantizar que todos sus envases de plástico sean totalmente reutilizables, reciclables o compostables para el año 2025. Unilever respalda la iniciativa para una Nueva Economía del Plástico de la Fundación Ellen Macarthur y pretende publicar antes de 2020 toda la gama de materiales plásticos utilizados en sus procesos de embalaje para ayudar a crear un protocolo para la industria.
Mientras que en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, Volvo anunció que al menos 25 % de los plásticos utilizados en sus nuevos modelos de automóviles a partir de 2025 se fabricarán con materiales reciclados.
El gigante de bebidas Cocacola, que usa alrededor de 120.000 millones de botellas al año, lanzó en enero de 2018 su campaña World Without Waste y se comprometió a reciclar una botella o lata usada por cada nueva que se venda a partir de 2030. Para ese año, también prometió aumentar a 50 % la cantidad de contenido reciclado en botellas de plástico y está experimentando con diferentes técnicas de recolección para reciclar sus productos, incluyendo el respaldo a los esfuerzos de los gobiernos y la industria.
En el país también hay empresas que buscan reducir el uso de plástico. Por ejemplo, la Tablita del Tártaro ha incorporado, desde agosto de este año, empaques ecológicos para pedidos a domicilio y para llevar.
Los nuevos empaques están elaborados a base de cartulina laminada, cortes de alta precisión y tintas que son amigables con el medioambiente.
Según la cadena de restaurantes, son fabricados mediante un proceso de última tecnología, enfocado a garantizar mayor eficiencia en el uso de recursos. Además, su producción y distribución se realiza bajo normas de asepsia a lo largo de toda la cadena de suministro de la empresa.
En las últimas medidas económicas presentadas por el Gobierno la semana pasada, se incluye el impuesto a las fundas plásticas. El ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, aseguró que por la medida el Gobierno tiene previsto recaudar $ 123 millones al año. La propuesta deberá ser discutida por la Asamblea Nacional en los próximos días.
EN CONTEXTO
Empresas a escala mundial buscan reducir el uso de plástico y trazan varias estrategias para lograrlo
En el país, empresas también buscan implementar planes para reducir el uso de plástico
El Gobierno ha planteado un impuesto a las fundas plásticas en las nuevas medidas económicas
PARA SABER
▶ Alternativas
En un informe reciente, ONU Medio Ambiente examina el potencial de reemplazar los plásticos convencionales con una gama de materiales naturales, como papel, algodón, madera, algas y hongos, y tecnologías alternativa
▶ Inspiración
El informe concluye que las empresas deben incluir la sostenibilidad en sus modelos comerciales, a veces inspirándose en sus comunidades locales.